“La elite se presenta como bendecida
por los dioses y se esfuerza enormemente por asegurar que las instituciones
religiosas respalden esa reivindicación. Además, dado que controla el sistema
legal, crea leyes que la beneficien y maneja el sistema judicial de forma que
promueva sus propios intereses, normalmente sin preocuparse por los efectos que
pueda tener en aquellos que no forman parte de su clase”.
Bruce W. Longenecker.
Hemos llegado a diciembre, entre
la desaprobación y el optimismo, según el medio o el mensaje que se quiera
atender. La dificultad es valorar y seleccionar la información de acuerdo a la
cultura y los conocimientos de cada quien.
Qué nos dijo el Diario Reforma en su doceava encuesta
enfocada a evaluar al presidente Peña
(Es un exceso considerar que se evalúa algo o a alguien por una encuesta, así
sea muy elaborada, la evaluación es más compleja): “Enrique Peña Nieto mantiene
baja aprobación”.
Qué nos dijo el Presidente ese mismo
día, primero de diciembre, al iniciar el último tercio de su mandato. En un mensaje
de buena voluntad, sensiblero y de
autoelogio, en la línea intrascendente del lugar común: “veo el futuro de
México con gran optimismo”.
Una percepción negativa de la
ciudadanía se confronta con la manida fuga al futuro de siempre. Lo que se
aprecia en este par subjetivo del presente y el futuro es el desencuentro entre
gobernados y gobernantes.
Considerando algunos puntos de la
temática propuesta por la encuesta y la exaltación a la unidad abstracta de la
que presume el Presidente, conviene hacer una correlación que matice el
optimismo, empezando por admitir que existe una población dañada, independientemente
de que en ello incide o no la actuación presidencial. Daño multilateral causado
por estructuras que parecen inconmovibles, muy a pesar de las reformas.
Preguntarse por qué si se hace lo bueno lo malo resalta no se responde con una
campaña publicitaria. Por el contrario, es una forma de evadir la cuestión.
Por qué empeora la corrupción. Porque
hemos construido una sociedad centrada en la codicia, en la riqueza material
como fuente de estatus y honor.
Por qué se mantienen altos índices de violencia. Porque la autoridad se corrompe y es la primera en no respetar las reglas.
Por qué no se aprecian las
variables económicas y la contención de la inflación dentro de un dígito.
Porque se ha moldeado una sociedad “aspiracionista” (insaciable) Porque pese a
la adopción de un mejor entorno legal para el funcionamiento de los mercados,
éstos se han formado sobre una base amoral que no se detiene en valorar la
dignidad humana.
Por qué no mejora la seguridad.
Porque el país está fracturado, desunido a causa de… ver las respuestas
anteriores.
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