martes, 29 de noviembre de 2016

Contrarrevolucionario

El mes de noviembre* cumple su ciclo. El simbolismo revolucionario que durante años vistió al México del siglo XX tampoco tiene retorno. Que así sea no es casualidad, es resultado de un proceso que ha llevado décadas. De manera marcada, Ernesto Zedillo se desprendió de la Revolución Mexicana con dogma de reemplazo: la estabilidad macroeconómica. La gesta alrededor del 20 de noviembre de 1910 quedó para el archivo. Más “visionario”, Vicente Fox desfiguró la fecha en puente vacacional. Felipe Calderón fue más allá, sepultó la efeméride en el festival consumista del Buen Fin. A Enrique Peña Nieto le ha correspondido descalificarla bajo el argumento de que se trata sólo de mitologías. Lo que queda es una ceremonia de concesión de ascensos para integrantes de las Fuerzas Armadas en el Campo Marte. Hay que cortejar a los militares, nada tiene que ver con paradigmas y mitos, es cuestión pragmática.

No obstante el viraje hacia una postura contrarrevolucionaria, éste no ha significado una superación, un desarraigo de los actos de corrupción, por el contrario, éstos se han fortalecido y concentrado pese a la pulverización del simbolismo revolucionario y la erradicación sin miramientos del llamado estatismo, considerados la fuente de nuestros vicios institucionales. Esto es a tal punto que ahora el PRI ha tomado, de manera que resulta hilarante más que creíble, la bandera del combate a la corrupción. El domingo 27 de noviembre, en la reunión de su Consejo Político Nacional, Enrique Ochoa Reza volvió a ondear dicha bandera y su jefe le dio visto bueno. Después del evento, hasta ahora no se tiene noticia de indiciado alguno producto de la reunión mencionada. Lo que se mantiene es el escándalo respecto algunos exgobernadores y sólo uno está tras las rejas y eso porque se entregó: el sonorense Guillermo Padrés.

Realmente es difícil combatir la corrupción de los que jocosamente se llegó a llamar “peces gordos”, es así porque la estructura legal en vigencia los pone a salvo. El 22 de noviembre Milenio Diario consignaba: “La Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha interpuesto ante la PGR 270 denuncias penales por irregularidades en el ejercicio de los recursos federales por parte de los gobiernos de los estados…pero ninguna de ellas ha concluido hasta hoy en sanciones a los responsables.”

La explicación al respecto ya la había dado Juan Manuel Portal, cabeza de la ASF: “las denuncias no van contra una persona, van contra los hechos”(La Jornada 15-11-2016) Si las denuncias no incluyen nombre y apellidos es complicado consignar a persona alguna. Por eso no se abren expedientes conducentes a obtener condenas firmes.

Y así como la contrarrevolución triunfante no ha logrado ni siquiera mitigar la corrupción, también ha resultado infructuosa para contener la inseguridad y ésta se ha extendido. Recientemente el Presidente ha reconocido el flagelo como una prioridad. Al principio de su gestión se trataba de un problema fundado en percepciones y de responsabilidad directa de las autoridades civiles, por ello se creó el cuerpo de la Gendarmería, la cual ha seguido el sendero de ineficacia tomado por la Policía Federal y la Agencia Federal de Investigación. Ahora sí, el Presidente urge la aprobación legislativa para autorizar la intervención de los militares en contra de la inseguridad pública. Veladamente las autoridades civiles reconocen su insuficiencia y da por admitida la competencia de los militares, antes que propiciar la corrección de sus fallas. Se retoma el camino señalado por Felipe Calderón: la militarización.

Así, durante este noviembre se ha fijado la tarea personal de la cabeza de la actual administración: asegurar un relevo presidencial con garantías plenas a la inevitable condición privilegiada de expresidente.
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*Al concluir su cuarto año de mandato, el presidente Peña Nieto ha caído en la cuenta de que el edificio de reformas erigido carece de puertas y ventanas, de salidas y ventilación. Él se encuentra confinado en dicha arquitectura y da palos de ciego en los combates a la corrupción y a la inseguridad. Ahora, el acercamiento con el entonces candidato republicano Donald Trump se puede apreciar como la salida de escape del mexiquense.

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