El sábado 25 de julio, César
Camacho reunió al presidente Peña Nieto con la renovada militancia del Partido
Revolucionario Institucional. Qué se entiende por renovada, cabe aclarar. Una
militancia que le da bajo perfil a su origen sectorial, bien se puede afirmar
con rotundidad, se trata de una militancia totalmente “selfie”.
“Unidad para continuar con la
Transformación de México”, así se llamó el evento, no es mala leche. Evento
para presumir “logros” del gobierno priísta y los votos conseguidos el pasado
mes de junio en la elección intermedia.
Reconozco que lo escrito hasta
aquí resulta demasiado aburrido, sugerido por seguir el comunicado subido a la
página web del PRI por sus dirigentes.
Ahora doy paso a las aristas de
este documento romo.
El documento confirmó la
inteligencia de Peña Nieto para explotar la oportunidad y su corto aliento, en
consecuencia. Es una inteligencia que no requiere de méritos académicos, ni
distraerse en disquisiciones enciclopédicas, borda sobre la disolvencia del
pasado y la confusión de futuro con el presente, lo que se espera ya es. En una
disposición del viejo discurso napoleónico del autoelogio. Tan incontinente que
no le concede méritos a sus antecesores. En primer lugar habría que mencionar a
Carlos Salinas de Gortari, personaje que con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica,
suscrito con sus homólogos de Canadá y Estado Unidos, cambió efectivamente la
orientación del Estado mexicano, se inició el deslinde del nacionalismo
revolucionario (que la derecha goza en calificar de populista) por un Estado
gestor de las condiciones del clima favorable a los flujos de las inversiones.
Con el tratado, su vigencia, se
fueron derribando las resistencias del régimen de la Revolución. Las élites se
desbocaron por pensar en inglés. Las masas optaron por el placebo de los “gadgets”,
el desenfado y la procacidad barriobajero americano. La reformas que sucedieron
al Tratado, incluidas las de la actual administración, fueron posibles a la
labor de dragado que operó el Tratado -también la DEA- sobre porciones de la
institucionalidad del régimen de la
Revolución Mexicana, a saber, el nacionalismo y los derechos sociales (En el
delirio, la organización delincuencial del futbol de México y sus seleccionados
de eterna adolescencia se convirtieron en el referente de nacionalismo)
En otro nivel, el discurso
ofrecido es maniqueo, arenga contra los malos –populistas y demagogos- en la
línea de la intolerancia religiosa y macartista. Así dijo, consigna el
comunicado: “Hoy las sombras del populismo y la demagogia amenazan a las
sociedades democráticas del mundo” y esa fue la relevancia, por encima de la
violencia criminal y la corrupción, sin enfocar la impunidad realmente
existente. Peña omitió en su denostación del populismo y la demagogia a los
gobiernos del PRI de 1929 a 1982. Con ingenuidad algunos suponen una invectiva
en contra de López Obrador. Es una estupidez denostar a un político devaluado
en el presente. En el fondo la arenga bien puede dirigirse a los inversionistas
que se mantienen renuentes a tragar sin chistar cualquier rueda de molino.
Los
inversionistas están rejegos en contraste con las expectativas del gobernante
pese a las reformas legisladas. El discurso no alcanza el efecto cautivador
pues el gran capital no lo mueven discursos. Es la audiencia a persuadir por
parte de Peña Nieto, audiencia de la que depende la economía del país de
acuerdo al esquema reformador. Sin la gran inversión esperada las reformas se
desmoronan. Ese es el punto vulnerable del Presidente, estar a merced de los
inversionistas.
Al fin de cuentas, la
inteligencia enfocada a la oportunidad tiene sus límites y la propaganda que de
ella emana puede resultar vil demagogia. Y viene otra vez a la memoria Carlos
Salinas de Gortari, quien pasada la elección intermedia de 1991 creía tener
todo bajo control, pontificando sobre lo que debía hacer el PRI. Llamó a
renovarlo en la línea del liberalismo social, se acuerdan los memoriosos.
Sabemos lo que vino después y el abandonó postrero de exmandatario.
Y sólo toco algunas aristas.
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Reanudo mis artículos a la hora
del marasmo continuo en el que se debate México. Se sigue discutiendo sobre una
reforma educativa que no es tal, es una reforma político-laboral. Los expertos
disertan bizantinamente si México es un país de pobres o de clase media. Ya lo
clarificó hace tiempo Emilio Azcárraga Milmo y sin parafernalia estadística, su
descripción fue precisa, elocuente y vulgar: somos un país de jodidos ¿Alguien
tiene objeción?
Para cerrar: se fugó Joaquín
Guzmán Loera del penal de máxima seguridad de Almoloya, seguidamente hizo lo
propio Peña Nieto: se fugó de la realidad.
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