martes, 24 de marzo de 2015

El arte de caracterizar

La semana pasada se celebró la reunión de la Asociación de Bancos de México. Dicen que por primera vez, de manera inusual, un secretario de Hacienda tuvo una encerrona privada con los empleados de angora de los bancos. Dicen que se sinceró y después inició la convención. Los banqueros criticaron y agradecieron, pasaron la muleta a placer y le otorgaron indulto al gobierno. Claro, la plaza les rinde muy buenas ganancias aunque no se refleje generosamente en el crecimiento del PIB.

Ante ellos, Peña Nieto anunció un nuevo ajuste de la administración, así inició su mandato lo recuerdan, ajustando la administración pública y del hecho nunca hubo una evaluación para comunicar. Después Luis Videgaray retomaría el tema y soltaría el rollo del presupuesto base cero, un eufemismo para nombrar el recorte presupuestal del 2016. Con el objetivo de siempre y ya rancio: hacer más con menos ¡eficiencia! ¡eficiencia!

Vaya desfiguros, con el rabo entre las patas, al muerto ya lo resucitaron sus publirrelacionistas ¿por cuánto tiempo? Los desafíos de la administración siguen ahí: el crecimiento económico, el combate a la corrupción y la inseguridad. Los dos primeros están en manos de la autoridad hacendaria y no se le ven maneras, del tercero ya se puede presumir la caída de capos, al menos, y no es su responsabilidad. Ah pero son tiempos de incertidumbre, con la pena, pero ya estamos acostumbrados.

Lo importante del evento resultó didáctico, ilustrar lo que es el Estado liberal oligárquico. Caracterización guardada bajo tres llaves, eso creen, pues hay que hablar de la república, de la democracia aunque todos palpamos que el Estado está al servicio de distinguidos intereses empresariales incrustados en el campo, en constructoras, los fundos mineros, en las telecomunicaciones y, por supuesto, en el sistema bancario. Llama mi atención el que no se discuta sobre el Estado que se ha construido en México en los últimos años, el proceso diacrónico que llevó del Estado social corporativo al Estado liberal oligárquico, éste último una fórmula que se ensayó desde la república restaurada de Benito Juárez y se perfeccionó con Porfirio Díaz sin regatear loas a la democracia y a la república.

En síntesis, el Estado liberal oligárquico de hoy se circunscribe a promover y proteger los intereses de un selecto grupo de empresas en primer lugar. Un Estado para el cual los ciudadanos son un obstáculo a sortear cada elección periódica, al fin y al cabo las elecciones no resuelven problemas. Las corporaciones obreras y campesinas del viejo PRI ya no son consultadas, mucho menos se les hacen concesiones, la agenda de Los Pinos está ocupada en atender a los empresarios. Mientras la oposición está engolfada disfrutando de sus canonjías y de sus moches. No existe en el horizonte de los partidos una agenda de construcción del Estado social democrático.


(Hace muchos años la discusión política dentro de la izquierda iniciaba por formular la caracterización del Estado y la coyuntura. Eso ya no existe, el oportunismo y el acceso a recursos públicos, sobre todo, la han hecho prescindir de esas disquisiciones sin rendimiento contante y sonante. En estos tiempos la izquierda oficial se allana fácilmente al lenguaje de empresarios y tecnócratas. Por otro lado, los activistas no hicieron aportaciones más allá de la estridencia, se limitaron a repetir dogmas, a reproducir una comunicación panfletaria. Un ejemplo de ése activismo lo fue Cecilia Soto, su marido y el desaparecido y nunca bien establecido “Partido Laboral”. Lugares comunes, clichés, caudillismo, denuncia del “neoliberalismo”, reciclaje de priístas tránsfugas)
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Para los que no me siguen en Facebook pongo al tanto de esta recomendación que ha sido apoyo para elaborar este artículo, el libro de Pittman, D. Kennieth. Hacendados, campesinos y políticos. Las clases agrarias y la instalación del Estado oligárquico en México, 1869-1876. (FCE, 1994) Sugerente investigación sobre la política en Morelos durante la república restaurada, también se podría volver a titular como El Dieciocho Brumario de Francisco Leyva (primer gobernador constitucional del estado de Morelos). Cualquier semejanza con la realidad política nacional es la terca coincidencia.
Aquí una breve descripción del contexto en el que surge dicho Estado:
“Las elecciones habían dejado pocas posibilidades de cambio para los campesinos. Sus inquietudes ni siquiera habían sido uno de los temas de la campaña. Para los hacendados que habían soportado lo más arduo de los ataques, los siguientes cuatro años no les ofrecían nada salvo que se perpetuara un gobierno que ellos habían tenido que sostener y sobre el cual no ejercían influencia alguna.
“Los impuestos existentes eran irritantes, pero no constituían una carga imposible. Aun al empezar a incrementarse en el transcurso de los últimos años, seguían siendo comparables con los asignados a los más pequeños intereses industriales y comerciales que tenían todavía menos posibilidades de pagar. En realidad, la cuota fija asignada a la producción favorecía a los más importantes hacendados en comparación con los que estaban luchando por sobrevivir. De todas maneras, los impuestos eran siempre molestos…Ni la creación del estado ni el gobierno que pretendía regir habían sido elección de los hacendados, y resentían que estuvieran suministrando la gran mayoría de los fondos de la tesorería y que al mismo tiempo se les negara su acostumbrada influencia. Los hacendados veían como los impuestos que gravaban sus propiedades sostenían el esfuerzo de arrancarles el control que ejercían”p.74.
Y esto sucedía en el siglo XIX.

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