jueves, 5 de febrero de 2015

Operación fab


Qué quiso conseguir el presidente Enrique Peña Nieto al salir en conferencia de prensa desde Los Pinos el mediodía del martes 3 de febrero. Sí lo que quería era credibilidad se quedó con las manos vacías. Una salida defensiva, dejó más confusión que claridad, a juzgar por la respuesta que ha encontrado en la prensa.

Si no tenemos mecanismos de rendición de cuentas, como lo afirma el Presidente, como recurrir a dichos mecanismos para instruir una investigación sobre el conflicto de interés, entre las adquisiciones inmobiliarias –de Angélica Rivera, Luis Videgaray y del propio Peña- y las licitaciones obtenidas por las compañías constructoras a cambio. Para empezar, cuáles son las facultades de la Función Pública para llevar a cabo dicha investigación: investigar las declaraciones patrimoniales como servidores públicos a nivel federal, así como los procedimientos de las contrataciones realizadas con dichas empresas por el gobierno federal. O sea, dicha investigación dispone información a partir del primero de diciembre de 2012

¿Cómo investigar desde las deficiencias de la norma? Todavía más. Acaso no es un exceso nombrar un secretario de la Función Pública para aclarar los haberes inmobiliarios de dos funcionarios, mucho aparato para el propósito de esclarecimiento, máxime cuando es de todos conocidos la inutilidad de la SFP, desde su origen y antecedentes.

Los malquerientes del Presidente ya se dieron cuenta de que se echó andar la operación fab de limpieza (remoje, exprima y tienda) Lo que traducido en la jerga burocrática significa ordenar el expediente: purgar documentos comprometedores, sustituir documentos deficientes y agregar documentos faltantes. Es una práctica común entre la burocracia en connivencia con la Función Pública. Proverbial la ineficacia de las auditorias (la interna, la externa y la superior de la federación). En México la rendición de cuentas es vertical, opera de arriba para abajo. Es eficaz si así lo decide la superioridad, pero completamente inútil si proviene de un subordinado. La conclusión de la investigación administrativa ya se anticipó: ¡Es legal!

De nada sirve que se propongan acciones ejecutivas (administrativas), hablar de códigos de ética, si no se ha concluido el “cambio estructural” como podría significar la Comisión Nacional Anticorrupcción o como se le quiera llamar. La metaburocracia, léase Función Pública, no ha rendido lo presumido. La capacitación una pantomima, la evaluación una simulación, el ingreso por competencia una burla, de las tres auditorías no se hace una. Es un desastre que conviene a la clase política, esté en el gobierno o en la oposición. La falta de probidad es costumbre, una religión mistérica que profesan todos los políticos.

Exhibir la realidad degradada del servicio público, eso sí habría potenciado el efecto positivo esperado de la conferencia de prensa.

Empezar por reconocer que la mayoría de los ciudadanos desconoce lo que es ése ente llamado Función Pública, les resulta tan remoto como el planeta Júpiter. La SFP interesa y alerta a la burocracia de confianza, pues la sindicalizada hace años que perdió valor operativo, sirve para cargar bultos, bolear zapatos, hacer mandados, preparar café o llevar los trámites de giro laboral. Para las ínfulas tecnocráticas el trabajador de base significa un pasivo laboral (No hace muchos años, un tecnócrata encargado de despacho, resolvió su indisposición para con el burócrata raso: creó una estructura de jefe de departamento para arriba y el resto de trabajo útil –limpieza- lo subcontrató) En la práctica, para lo que sirve, la Función Pública es un mecanismo de sometimiento antes que un mecanismo de excelencia del servicio público.

Por eso la pregunta ¿Para que salió el Presidente a dar la conferencia de prensa del martes?
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En el epígrafe, cita extraída de La Rebelión de las élites y la traición a la democracia, de Christopher Lasch. (Paidós, 1996)

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