“No sabemos de ninguna época que haya estado exenta de
matanzas.”
G. Steiner
“Es innegable que la historia ha sido siempre un aquelarre.”
G. Steiner
“El mercado de masas, los medios de comunicación de masas,
son capaces de enterrar en vida.”
G. Steiner
“Un kalashnikov automático, un machete se han convertido
para millones de personas en el emblema de la virilidad, de la afirmación
personal, de la posible recompensa.”
G. Steiner
No es lo mismo vestir al niño Jesús
el día de la Candelaria que, como dice el dicho ruso, arrojar el agua sucia de
la tina con todo y bebé. La diferencia entre la devoción y el descuido.
El lunes 2 de febrero del año en
curso, numerosas fueron la referencias (incitaciones) a descalificar la gestión de Peña Nieto en la prensa escrita: ya por el manejo de la economía
que no crece conforme a las expectativas, la incredulidad en cuanto a la atención
de los derechos humanos, la débil lucha anticorrupción –con una secretaría de
la función pública desahuciada al principio y después resucitada con el
nombramiento de un titular de despacho- y lo que se guste agregar. Todo ello
forma una percepción negativa, a veces rabiosa, pero no da para una comprensión
en perspectiva de los hechos, hasta confundir la justicia con la venganza en
una audiencia impresionable. Por tal motivo vale la pena situar la actual coyuntura
en sus significaciones omitidas.
Primero: Las cosas en su lugar.
El proceso reformador evadió poner por delante la lucha anticorrupción.
Relegada al final y de mala gana, este tema está empañando al conjunto de las
reformas. Toda reforma lleva implícita una redistribución de poder y no depende
solamente de la buena disposición de los partidos políticos representados en el
Congreso. Si bien el conjunto de las reformas tiene una orientación proempresarial,
en los hechos el reparto de pérdidas y beneficios dejó malestar entre los
empresarios. No se trata de una mera discusión técnica, es la eterna disputa
por el pastel que se sobre escribe encima de la letra de las “leyes del mercado”.
Hágase la competencia en los bueyes de mi compadre.
Segundo: comparar magnitudes. La
noche de Iguala ha catapultado una crisis de derechos humanos –ventilándose ya
en Ginebra- que se viene arrastrando desde años atrás: La sangrienta fiesta de
Villas de Salvárcar, la partida infernal en Creel, el daño colateral del fuego
cruzado en el Tec de Monterrey. Son parte del historial de jóvenes asesinados
en nombre de la guerra de Calderón. Más de ochenta mil muertes violentas, más
de veinte mil desaparecidos. Un mar de investigación judicial en el abandono,
sin producir cansancio, nada más se negligió. Eso sí, el acuerdo de un Plan
Mérida surtido con recursos estadounidenses que se fueron a la basura. Una
tomadura de pelo de cabo a rabo. De ser cierta la revelación de Raymundo Riva
Palacio (El Financiero 30-01-2015)
sobre la transacción inmobiliaria de unos terrenos de la Sedena por parte del
entonces secretario de la Defensa, Gral. Guillermo Galván Galván, que pasaron a
ser propiedad del tristemente célebre José Luis Abarca. Ocurrida está negociación
del predio en el mismísimo municipio de Iguala, Guerrero. La noche de Iguala tiene secretos por revelar.
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La seguidilla epigráfica puesta
al inicio viene de un libro que no se ocupa de México, aun así nos atañe de
alguna manera. Del ensayista y crítico literario George Steiner (Errata. Siruela, 1999)
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