viernes, 10 de octubre de 2014

Efecto Ayotzinapa

Barbarie, fue la expresión usada en este espacio cuando se difundieron las primeras noticias de los abominables sucesos del 26 y 27 de septiembre de 2014, ocurridos en Iguala, Guerrero (http://tonalpohualli-rodmigster.blogspot.mx/2014/09/barbarie-la-vuelta.html).

Inculpaciones, exculpaciones, van y vienen. Nadie se quiere hacer cargo de una investigación en manos de políticos que revuelven lo acontecido. De lo informado hasta ahora, se mantienen los datos de una acción policíaca desproporcionada e injustificable de parte de agentes municipales, pertenecientes a un gobierno local totalmente capturado por el crimen organizado. Seis muertos, veintidós heridos, 43 desaparecidos y 10 fosas clandestinas descubiertas. Más allá de las averiguaciones e implicaciones judiciales, la represión en contra de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa ha terminado por golpear a la clase política en su conjunto.

El 6 de octubre, el presidente Enrique Peña Nieto convocó a una conferencia de prensa en la que fue su propio vocero. Por primera vez en esta administración, que yo recuerde, el aquí y ahora presidencial habló con indignación. Los enunciados melifluos acerca de las reformas estructurales no fueron requeridos, la cruda realidad política de un sistema que no ha cambiado silenció el himno a la transformación peñista. Efecto Ayotzinapa que le marca un nuevo inicio al sexenio.

Iguala cambió la “normalidad” del intercambio político y dio lugar a un inesperado juego, los costos ocultos del Pacto por México. Las estructuras reformadas al gusto de las grandes corporaciones empresariales se cimbran dentro del marco de un sistema que no se transformó. Jamás se detuvieron por explicar que entendían por estructura y su derivación en adjetivo. Ignorando los límites de las reformas dentro de un sistema inconmovible.



El sistema se ha encargado de ajustar las estructuras reformadas para ponerlas en un horizonte de bajo rendimiento. Esto es así porque el sistema requisita negativamente para su funcionamiento –para sus flujos de información- de una justicia deficitaria, de privilegios que profundizan desigualdades sociales, que opere con manga ancha la impunidad, al margen del derecho.

En lo que va del año, al menos cinco temas en los medios han dado cuenta de esta operación del sistema: La contaminación del Río Sonora por el derrame de residuos industriales vertidos al cauce por la corporación minera Grupo México; operaciones fraudulentas de la empresa Oceanografía y el Grupo Banamex en las prestación de servicios navieros a Pemex; el desgraciado ajusticiamiento de 22 jóvenes por parte del Ejército en el municipio de Tlatlaya, estado de México; la captura del capo Héctor Beltrán Leyva y con él, su prestador de servicios financieros, el empresario Germán Goyeneche, militante del partido verde ecologista; quinto y malo, la sangrienta represión en la ciudad de Iguala.

Cambio estructural que no modifica patrones sistémicos no es un verdadero cambio.




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