martes, 9 de septiembre de 2014

Mitos rotos, mito creado

A propósito del mensaje en significación del segundo informe de gobierno lanzado desde el Palacio Nacional el 2 de septiembre de 2014, abundo en una línea ya expuesta. Vamos pues.

En el discurso político la palabra mito ha devenido en un coloquialismo empleado para la descalificación y la diatriba, convertido en sinónimo de mentira o simple negación de la realidad ¿Es aceptable dar por bueno el desdén implícito de la utilización señalada? Para mí, no. La razón es simple, cuando se utiliza la palabra mito con esa carga negativa y no se informa, se propicia confusión y falta de entendimiento sobre lo que se dijo. Siendo algo tan sencillo, como atenerse al significado del mito más aceptado entre los mitógrafos, sin importar la disciplina de la cual provengan (antropología, arqueología, filología, historia de las religiones, sicología)

En general, el mito es una narración que habla sobre el origen del cosmos, de la tierra, de una etnia, un lugar, un linaje, una profesión. No se tasa sobre el criterio de lo cierto y lo falso, le es indiferente una demostración. Su eficacia radica en la credibilidad que se le otorga, en su aceptación social. El mito es simbolizado en esculturas, estelas, pinturas, códices, rituales, libros) El mito sirve o funciona para generar una conformidad sobre las condiciones de existencia, para conjurar la anomia y formar cohesión social.

Un ejemplo claro de cómo opera este mecanismo o dispositivo cultural puede consultarse en el ensayo de Alfredo López Austin y Leonardo López Luján, titulado Mito y realidad de Zuyuá, F.C.E. (1999) donde se aborda la figura mítica y milenaria característica de Mesoamérica: la Serpiente emplumada.




Volvamos al inicio. Qué sucede en el exultante discurso político que celebra la ruptura con el mito. A qué se refiere el de la voz que lo pregona. A nada si no describe los mitos rotos. El mensaje queda con un hueco de sentido que más vale cubrir, a menos de que se oculte algo.

Mientras somos informados al respecto, o sea, de qué tratan los mitos derogados, propongo tres gestas históricas que desarrollan los elementos del mito: narración, eficacia y simbolización:

La lucha de independencia y la conquista de la soberanía; la guerra de reforma y la implantación de la laicidad y; la guerra de revolución y la conformación del Estado social ¿A ésos mitos se refirió el presidente Enrique Peña Nieto? El hueco de sentido permanecerá mientras él no nos lo aclare.

Paradójicamente, el Presidente crea su propio mito en una especie de sustitución de lo roto, es donde se inserta la narración de las reformas estructurales que dan forma al mito del Nuevo México, de cuya simbolización se encarga la propaganda en los medios de comunicación.

Podrá igualar en duración el mito del Nuevo México al de la Serpiente emplumada.


El mito da que pensar.

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