A propósito del mensaje en
significación del segundo informe de gobierno lanzado desde el Palacio Nacional
el 2 de septiembre de 2014, abundo en una línea ya expuesta. Vamos pues.
En el discurso político la
palabra mito ha devenido en un coloquialismo empleado para la descalificación y
la diatriba, convertido en sinónimo de mentira o simple negación de la realidad
¿Es aceptable dar por bueno el desdén implícito de la utilización señalada?
Para mí, no. La razón es simple, cuando se utiliza la palabra mito con esa
carga negativa y no se informa, se propicia confusión y falta de entendimiento
sobre lo que se dijo. Siendo algo tan sencillo, como atenerse al significado
del mito más aceptado entre los mitógrafos, sin importar la disciplina de la
cual provengan (antropología, arqueología, filología, historia de las
religiones, sicología)
En general, el mito es una
narración que habla sobre el origen del cosmos, de la tierra, de una etnia, un
lugar, un linaje, una profesión. No se tasa sobre el criterio de lo cierto y
lo falso, le es indiferente una demostración. Su eficacia radica en la
credibilidad que se le otorga, en su aceptación social. El mito es simbolizado
en esculturas, estelas, pinturas, códices, rituales, libros) El mito sirve o funciona
para generar una conformidad sobre las condiciones de existencia, para conjurar
la anomia y formar cohesión social.
Un ejemplo claro de cómo opera
este mecanismo o dispositivo cultural puede consultarse en el ensayo de Alfredo
López Austin y Leonardo López Luján, titulado Mito y realidad de Zuyuá, F.C.E. (1999) donde se aborda la figura
mítica y milenaria característica de Mesoamérica: la Serpiente emplumada.
Volvamos al inicio. Qué sucede en
el exultante discurso político que celebra la ruptura con el mito. A qué se
refiere el de la voz que lo pregona. A nada si no describe los mitos rotos. El
mensaje queda con un hueco de sentido que más vale cubrir, a menos de que se
oculte algo.
Mientras somos informados al
respecto, o sea, de qué tratan los mitos derogados, propongo tres gestas
históricas que desarrollan los elementos del mito: narración, eficacia y
simbolización:
La lucha de independencia y la
conquista de la soberanía; la guerra de reforma y la implantación de la
laicidad y; la guerra de revolución y la conformación del Estado social ¿A ésos
mitos se refirió el presidente Enrique Peña Nieto? El hueco de sentido
permanecerá mientras él no nos lo aclare.
Paradójicamente, el Presidente
crea su propio mito en una especie de sustitución de lo roto, es donde se
inserta la narración de las reformas estructurales que dan forma al mito del
Nuevo México, de cuya simbolización se encarga la propaganda en los medios de
comunicación.
Podrá igualar en duración el mito
del Nuevo México al de la Serpiente emplumada.
El mito da que pensar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario