jueves, 4 de septiembre de 2014

Informe futuro

Aunque no me crean, vi y escuche el mensaje del Presidente del martes 2 de septiembre al mediodía. Llama la atención el énfasis por futurizar, Peña Nieto el hombre del mañana. Al tiempo que se presentó el inconmovible proferimiento de cifras y programas, para no variar. Una reunión convocada por Ejecutivo en la cual, la representación del Congreso y de la Corte contribuyeron con el detalle fársico en relación con el ceremonial del pasado.

Una forma de futurizar sin atender minuciosamente el presente, estigmatizando el pasado. Celebrando la ruptura de mitos y paradigmas que no se atrevió a nombrar. Así la ruptura resultó falaz o no completa, si se considera que durante noventa minutos, más o menos, se paseó el mito del mesías por el Palacio Nacional en la figura del Presidente. Mito fundacional del sistema político mexicano al que no le ha llegado la reforma que lo mueva (Sobre el punto ver mi ensayo La política y el ciudadano en México, UNAM, 1989, p.p. 54-57)

Es obvio que el Presidente no se haya detenido en pormenorizar la hoguera michoacana, en los desastres ambientales provocados por procesos industriales, ni en la empresa Oceanografía hoy sostenida por el Estado. Siguiendo los dictados de la sub-filosofía del pensamiento positivo, a la negatividad no hay que invocarla ni con el pétalo de una mención. Hegelianos del mundo ¡Hundíos!

El nudo de la situación económica pasó de lado. Su momento jubiloso fue la inversión extranjera en la industria automotriz, que no es obra de la actual administración, sino de la liberalización comercial iniciada hace décadas. No hay que olvidar que dicha inversión ha sido alentada por la demanda norteamericana. Si hay un mérito que presumir, ése hay que otorgarlo a los obreros, a su capacidad y bajo costo, no cobran los salarios que se estilan en la matriz varia de esta industria y son excelentes operarios.

Si bien no se abundó en la situación actual de la economía, eso no quiere decir que el tema económico quedará vaciado de interés. De ninguna manera. Sé que un discurso tan largo puede marear, pero hay especialistas que al día siguiente lo espabilaban para encontrar la significación central de la  alocución presidencial. Samuel García en su columna El observador http://www.24-horas.mx/observador-programa-de-choque-en-marcha/, el día después, desentrañó el mensaje: se trató de la presentación de un “programa económico de choque”. Esto es, la inversión y el gasto público como la avanzada del crecimiento económico. Si esto significa el reconocimiento a la insostenibilidad del dogma del libre mercado como pensamiento único, pues bienvenido el programa.

Pero dos cosas faltan por asegurar de parte del gobierno:

Primero detener la corrupción, verificar que los dineros públicos lleguen bien y cumplan su propósito. Sin desviaciones, ni patrimonialismos; segundo, un pacto con los empresarios, los grandes, para que dejen de capturar improductivamente los dineros públicos. Es el caso de inversión y subsidios para el campo que acaparan grandes empresas sin contribuir a la seguridad alimentaria, o como el escándalo de la Línea dorada del metro de la Ciudad de México que ha salido más caro que lo presupuestado.

Si se resuelven estas dos deficiencias estructurales, posiblemente las expectativas presidenciales se cumplan. Futurizar habrá sido provechoso para el crecimiento económico.

El presidente Peña Nieto ha tocado el laúd ¿Escuchamos la misma música? 

Críptico, no, algo, ligeramente, sólo un eco de lo que estaba leyendo. En el se expone el sentido íntimo que recorre todo un discurso, su significado envolvente. Entre otras ideas, claro está (Agamben, Giorgio. Signatura rerum. Sobre el método, Anagrama, 2010)







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