lunes, 23 de junio de 2014

Reforma y profecía

No sé qué tanto afecte el campeonato mundial de futbol al actual proceso legislativo sobre las leyes secundarias en materia de energía. Por lo general, la gente permanece indiferente a las deliberaciones parlamentarias, haya o no mundial. Lo que sí es serio para la fiesta futbolera es el atraso en alguna de sus reglas, el empate es obligado acabarlo como resultado posible, así como transformar la expulsión en una sustitución automática del infractor. Esos son anacronismos que le impiden al futbol ser completo.  Pero dejemos el futbol.

Desmontar el control estatal sobre los recursos energéticos no se podía limitar al cambio constitucional consumado el año pasado. Obligado a ése propósito es mover el andamiaje de las leyes secundarias. Por eso, el 29 de abril de este año, el Ejecutivo envió al Senado una serie de seis iniciativas de decreto que representan “un cambio de paradigma en el aprovechamiento de los recursos naturales con que cuenta el país”, “para que pueda participar el sector privado” y así obtener “más y mejores beneficios para todos los mexicanos.”

Más menos, el conjunto de iniciativas suma quinientas hojas que le exigen al legislador competencia técnica en la materia energética a la hora de su lectura y análisis, por supuesto deliberación. Se trata de una sacudida al sector que implica un reconocimiento de la incapacidad de gestión del Estado, de parte del actual gobierno, y supone una competencia prodigiosa del sector privado. Muchos milagros por realizar se le cargan a la reforma, en conjunto forman una profecía: suficiencia energética sustentable con tarifas bajas para los consumidores.

De llegar a una apertura de fondo es posible que las empresas extranjeras retomen su influencia en el sector, con la garantía de recurrir, en caso de controversia legal, al arbitraje internacional  frente al cual el Estado mexicano se ha visto torpe. No se demuestra cómo los inversionistas privados se comprometerán con la nación ¿Por qué habrían de hacerlo? Ya tenemos la experiencia de la banca extranjerizada. Para ser honestos, tampoco los empresarios mexicanos son garantía de un compromiso con la nación.

Tampoco se demuestra como las comunidades y poblaciones probablemente afectadas por actos de expropiación acepten con mansedumbre  la decisión de la autoridad. Tener claro cómo resolver este tipo de conflictos es prioridad, al menos no se ha ventilado de manera intensa y extendida en el debate público.

Hay una constante en el largo proceso reformador que no inició con Enrique Peña Nieto, esa constante es la justificación que señala la incapacidad de gestión del Estado mexicano y lo lleva a una parcial reconversión en su poblamiento por instituciones autónomas (INE, IFAI, CNDH, etc.) o a las privatizaciones, con o sin eufemismos. La reforma energética es un ejemplo y en el camino está la gestión del agua. La insuficiencia de los servicios públicos de salud para lograr una cobertura universal, ni hablar de la impartición de justicia. Y qué decir del ominoso crecimiento de la seguridad privada y los grupos de autodefensa.

Esto nos lleva a una pregunta impensable hace tiempo, salvó entre quienes se postulan anarquistas y siempre han deseado su abolición ¿Qué hacer con el Estado? Hasta dónde se quiere llegar para convertir a su cabeza y máximo representante en rex inutilis. Un tipo político medieval tristemente actuado por Fausto Vallejo en Michoacán. Para mayor información sobre rex inutilis ver El Reino y la Gloria (2008) de Giorgio Agamben.



Todavía más, qué tipo de sociedad se está configurando para darle viabilidad a ése Estado al que se le recortan espacios de gestión antes considerado de interés público. Quién se hará cargo, la iniciativa privada, la delincuencia organizada o formas comunitarias de organización.


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