Ha concluido la emocionante
participación del seleccionado -puesto por la Federación Mexicana de Futbol- que
compitió en la copa del mundo Brasil 2014. Dos semanas en la que la mayoría de
la población olvidó los problemas del día a día, se evadió gustosamente de la
realidad y se proyectó en el quehacer voluntarioso de once jugadores. Como ya pocas
veces, colectivamente se conjugó el plural en primera persona: nosotros.
Hasta qué punto se prolongará el efecto placebo está por verse.
Hasta qué punto se prolongará el efecto placebo está por verse.
Las justas deportivas organizadas
desde el siglo XX han sido una tentación, no siempre bien consumada, para
servir de identificación a la élite política con su población. México no es la
excepción. Los políticos en disposición de aprovechar el escaparate del futbol.
Así se vio la gráfica muda del Presidente mostrando elocuentemente enfervorecido alarido. Los políticos descubren caracteres psico emocionales que todos
deberíamos portar: actitud y coraje, entre ellos. Caracteres que no muestran
los políticos en situaciones graves como el éxodo de miles de niños que cruzan
la frontera con Estados Unidos para huir de las deplorables condiciones en las
que viven en sus países de origen.
Cierto, se requiere de los jugadores actitud, coraje,
inteligencia, resistencia física y lo que se les olvida en los comentarios, la
contundencia. Ya lo dijo Vince Lombardi, el más exitoso entrenador del futbol
americano profesional: “Ganar no es lo más importante, lo es todo”
El fervorín de los políticos por
el futbol es una expresión postrevolucionaria, no se limita a la liturgia y a
la aclamación heredada, ésta última cada vez más escasa. No se trata de una afición apasionada, más bien fríamente calculada. En el mundo occidental se ha
modificado el despliegue de la liturgia y la aclamación en el ámbito de la
política (Sobre este punto seguir a Giorgio Agamben, El Reino y la Gloria,
capítulo 8)
Considerando mi adecuación personal de la obra señalada, el eje tradicional de la modernidad revolucionaria en el que
durante mucho tiempo se desplazaron los políticos, pueblo-nación-ciudadanía, ha
mutado por el eje pueblo-medios-audiencia. Por algo las capacidades de oratoria
ya no son fundamentales. En cambio, entrenarse para enfrentar y manejar medios
se ha hecho la piedra angular de los políticos.
Se entiende por qué la
legislación secundaria en materia de telecomunicaciones es de vital interés
para los políticos. No está en juego la mejora y el abaratamiento de servicios,
una verdadera apertura. Está el cálculo, medroso o audaz, de cuánto se afectará
un poder fáctico conformado por tres empresas, las tres T’s que adormecen a
México: Telmex, Televisa y TV Azteca.
Se atreverán, el Ejecutivo y el
Congreso, a mover ése México faccioso. Recordemos, esta semana se legisla al
respecto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario