lunes, 30 de junio de 2014

Después del placebo

Ha concluido la emocionante participación del seleccionado -puesto por la Federación Mexicana de Futbol- que compitió en la copa del mundo Brasil 2014. Dos semanas en la que la mayoría de la población olvidó los problemas del día a día, se evadió gustosamente de la realidad y se proyectó en el quehacer voluntarioso de once jugadores. Como ya pocas veces, colectivamente se conjugó el plural en primera persona: nosotros.

Hasta qué punto se prolongará el efecto placebo está por verse.

Las justas deportivas organizadas desde el siglo XX han sido una tentación, no siempre bien consumada, para servir de identificación a la élite política con su población. México no es la excepción. Los políticos en disposición de aprovechar el escaparate del futbol. Así se vio la gráfica muda del Presidente mostrando elocuentemente enfervorecido alarido. Los políticos descubren caracteres psico emocionales que todos deberíamos portar: actitud y coraje, entre ellos. Caracteres que no muestran los políticos en situaciones graves como el éxodo de miles de niños que cruzan la frontera con Estados Unidos para huir de las deplorables condiciones en las que viven en sus países de origen. 

Cierto, se requiere de los jugadores actitud, coraje, inteligencia, resistencia física y lo que se les olvida en los comentarios, la contundencia. Ya lo dijo Vince Lombardi, el más exitoso entrenador del futbol americano profesional: “Ganar no es lo más importante, lo es todo”

El fervorín de los políticos por el futbol es una expresión postrevolucionaria, no se limita a la liturgia y a la aclamación heredada, ésta última cada vez más escasa. No se trata de una afición apasionada, más bien fríamente calculada. En el mundo occidental se ha modificado el despliegue de la liturgia y la aclamación en el ámbito de la política (Sobre este punto seguir a Giorgio Agamben, El Reino y la Gloria, capítulo 8)


Considerando mi adecuación personal de la obra señalada, el eje tradicional de la modernidad revolucionaria en el que durante mucho tiempo se desplazaron los políticos, pueblo-nación-ciudadanía, ha mutado por el eje pueblo-medios-audiencia. Por algo las capacidades de oratoria ya no son fundamentales. En cambio, entrenarse para enfrentar y manejar medios se ha hecho la piedra angular de los políticos.

Se entiende por qué la legislación secundaria en materia de telecomunicaciones es de vital interés para los políticos. No está en juego la mejora y el abaratamiento de servicios, una verdadera apertura. Está el cálculo, medroso o audaz, de cuánto se afectará un poder fáctico conformado por tres empresas, las tres T’s que adormecen a México: Telmex, Televisa y TV Azteca.

Se atreverán, el Ejecutivo y el Congreso, a mover ése México faccioso. Recordemos, esta semana se legisla al respecto.


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