viernes, 30 de mayo de 2014

¡Linchamiento!

Evitemos extasiarnos en la nota roja, policiaca. Enfoquemos en las condiciones institucionales rebasadas por lamentables eventos de linchamiento si es que se quieren evitar o prevenir. La llamada justicia por propia mano, cuando ronda en el espacio de lo local, es signo de debilidades institucionales, públicas, sociales y privadas.



Es una patología social que incluso ha sido llevada a la gran pantalla. Incidente en Ox-Bow (1943) de William A. Wellman. Un western con trama de linchamiento; y la muy cercana a nuestra idiosincrasia Canoa (1975) de Felipe Cazals. Jóvenes excursionistas linchados por un pueblo alborotado por un cura anticomunista.



Son películas que impactan al exhibir la crudeza de la maldad tumultuaria, anónima y asesina. Cuánto más impacta cuando el hecho de la comisión de un linchamiento es exhibido en tiempo real por radio y televisión, como ocurrió en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, D.F. (24 de noviembre del 2004) donde tres policías federales fueron linchados y dos de ellos murieron.

Desgracias que nos informan de la frágil legalidad, de la debilidad del Estado de derecho, de desigualdades sociales. Por eso es obligado no olvidar lo sucedido recientemente en San Andrés Tlalamac, municipio de Atlautla, Estado de México. El 27 de mayo, en la zona boscosa del poblado mencionado se realizaba un operativo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, junto con personal de Probosque, dirigido a combatir la tala ilegal. Una relación exacta de los hechos no se tiene, más bien es confusa, como de costumbre. Lo evidente es que sin la preparación adecuada, sin el acompañamiento puntual de autoridades ambientales, el operativo segó la vida de un habitante del poblado. El pueblo respondió con violencia reteniendo a cinco policías, golpeándolos hasta matar a dos de ellos.

El hecho exhibe la incapacidad del aparato público para anticipar estos acontecimientos infaustos en los que no basta la operación de las agencias estatales. En otros tiempos, la atención de la población rural desde el ámbito federal se concentraba en el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y la Secretaría de Agricultura y Ganadería. En la actualidad, el México rural ha visto una ampliación del aparato burocrático: Sedatu, Sagarpa, Sedesol, Semarnat, Profepa, Conafor, Conanp. Expansión del aparato del Estado que no significa incremento de la efectividad. Operativos que no pueden quedar al margen de la colaboración intergubernamental y una real coordinación interinstitucional. Pero no es así, por el contrario, bien descoordinadas.


Claro, de los policías linchados ni recordarlos, menos darles el trato de héroes. Al fin que son policías,  el cuerpo policiaco no merece la mayor de las confianza, ni para obsequiarles gratitud (ironía vestida de negro). Ignoramos si hay viudas y huérfanos. Es el México afectado por la violencia, la ilegalidad, cubierto por la costra de la insensibilidad que se extiende sin que sea señalada. Una desgracia más, sin nombre y apellidos ocurrida en San Andrés Tlalamac.

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