Evitemos extasiarnos en la nota
roja, policiaca. Enfoquemos en las condiciones institucionales rebasadas por
lamentables eventos de linchamiento si es que se quieren evitar o prevenir. La
llamada justicia por propia mano, cuando ronda en el espacio de lo local, es
signo de debilidades institucionales, públicas, sociales y privadas.
Es una patología social que
incluso ha sido llevada a la gran pantalla. Incidente
en Ox-Bow (1943) de William A. Wellman. Un western con trama de
linchamiento; y la muy cercana a nuestra idiosincrasia Canoa (1975) de Felipe Cazals. Jóvenes excursionistas linchados por
un pueblo alborotado por un cura anticomunista.
Son películas que impactan al
exhibir la crudeza de la maldad tumultuaria, anónima y asesina. Cuánto más
impacta cuando el hecho de la comisión de un linchamiento es exhibido en tiempo
real por radio y televisión, como ocurrió en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, D.F.
(24 de noviembre del 2004) donde tres policías federales fueron linchados y dos
de ellos murieron.
Desgracias que nos informan de la
frágil legalidad, de la debilidad del Estado de derecho, de desigualdades
sociales. Por eso es obligado no olvidar lo sucedido recientemente en San
Andrés Tlalamac, municipio de Atlautla, Estado de México. El 27 de mayo, en la
zona boscosa del poblado mencionado se realizaba un operativo de la Secretaría
de Seguridad Ciudadana, junto con personal de Probosque, dirigido a combatir la
tala ilegal. Una relación exacta de los hechos no se tiene, más bien es
confusa, como de costumbre. Lo evidente es que sin la preparación adecuada, sin
el acompañamiento puntual de autoridades ambientales, el operativo segó la vida
de un habitante del poblado. El pueblo respondió con violencia reteniendo a
cinco policías, golpeándolos hasta matar a dos de ellos.
El hecho exhibe la incapacidad
del aparato público para anticipar estos acontecimientos infaustos en los que
no basta la operación de las agencias estatales. En otros tiempos, la atención
de la población rural desde el ámbito federal se concentraba en el Departamento
de Asuntos Agrarios y Colonización y la Secretaría de Agricultura y Ganadería.
En la actualidad, el México rural ha visto una ampliación del aparato
burocrático: Sedatu, Sagarpa, Sedesol, Semarnat, Profepa, Conafor, Conanp. Expansión
del aparato del Estado que no significa incremento de la efectividad. Operativos
que no pueden quedar al margen de la colaboración intergubernamental y una real
coordinación interinstitucional. Pero no es así, por el contrario, bien
descoordinadas.
Claro, de los policías linchados
ni recordarlos, menos darles el trato de héroes. Al fin que son policías, el cuerpo policiaco no merece la mayor de las
confianza, ni para obsequiarles gratitud (ironía vestida de negro). Ignoramos
si hay viudas y huérfanos. Es el México afectado por la violencia, la
ilegalidad, cubierto por la costra de la insensibilidad que se extiende sin que
sea señalada. Una desgracia más, sin nombre y apellidos ocurrida en San Andrés
Tlalamac.
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