lunes, 26 de mayo de 2014

Quieres que te lo cuente otra vez

Está historia ya nos la han contado y las explicaciones técnicas son verdades incompletas, encubridoras o mal intencionadas. Me refiero al ajuste de la expectativa de crecimiento económico para el año 2014, hecho por la Secretaría de Hacienda. El anuncio tiene un intercambio previo fragoroso, un jaloneo de expectativas puntualmente descrito por Rolando Cordera (http://www.jornada.unam.mx/2014/05/25/opinion/015a1pol) para La Jornada. Para que redundar sobre lo bien expuesto.

Pero el cuento ya lo conocemos aunque lo desmemoriemos, lo borramos de nuestro saber para efectos de la polémica actual. Se trata de la estrategia desinversora a la que recurren los grandes empresarios para presionar y doblar el gobierno. La estrategia antipopulista, para llamarla de alguna manera, que aplicaron a gobiernos priístas en el pasado.

La estrategia desinversora se la aplicaron a Luis Echeverría, a José López Portillo, incluso a Miguel de la Madrid en 1987, a Carlos Salinas y Ernesto Zedillo en lo que fue un tormentoso cambio de administración. Esa misma estrategia ya alcanzó al gobierno de Enrique Peña Nieto. Lo desgraciado para el actual gobierno, ha sido el hecho de conceder una serie de reformas en favor de la iniciativa privada, para finalmente recibir el mismo pago de sus antecesores mencionados: desconfianza. El gobierno les concedió todo y le respondieron retrayendo el esfuerzo inversor. Les dejó muy baratas las reformas y quedó desamparado, inerme ante uno de los poderes fácticos, que no admite otro imperio que el de sus propios intereses. Primero las ganancias, no importa el crecimiento de la economía con suficiencia, óptimo, mucho menos se puede esperar preocupación alguna por el desarrollo nacional.

Peña Nieto y los priístas ya no tendrán duda, las cúpulas empresariales desprecian al PRI y nunca les ha merecido confianza. Qué otra cosa se puede concluir después de que los grandes beneficiarios de las reformas se mantengan en su negativa de asumirse como el motor de crecimiento económico. Cual sicarios consumados, la iniciativa privada ha etiquetado al gobierno: “Para que aprendan a respetar”.

Me abstengo de aventurar consecuencias, no poseo bola de cristal. Esta demostración de poder empresarial deja en malas condiciones de ánimo al gobierno, al menos un duro golpe a su optimismo. Pero no sólo eso, la demostración de poder exhibida por los empresarios también golpea a las instituciones democráticas y al archipiélago de instituciones autónomas. Puede ser que exagere sobre la posición anti PRI de los empresarios, tomando en consideración que los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón también participaron del crecimiento por debajo de las expectativas. Tal vez las decisiones de inversión de los empresarios no tienen una motivación nacionalista y erróneamente se les atribuye, además de seguir con fidelidad las antisociales teorías de Von Hayek. Son las grandes fortunas las que mandan aquí de manera incontinente, sin instituciones que realmente detengan su proceder depredador, el verdadero dinosaurio del siglo XXI.

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