sábado, 26 de abril de 2014

De lo bueno

El pleno del Senado aprobó, el jueves 24 de abril, la reforma al Código de Justicia Militar. El proceso no ha concluido, falta la convalidación de San Lázaro.

En las antípodas del fast track, el cambio tuvo como propulsores las recomendaciones hechas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De 2009 a 2014, cinco años pasaron para dejar asentado para dejar asentado que la violación de los derechos humanos de civiles, por parte de miembros de las Fuerzas Armadas, queda sustraída de la justicia (del fuero) militar y es responsabilidad de la justicia civil atender y encauzar las demandas.

No sólo se trata de una redelimitación de competencias. Es una modificación que disuade la acometida de militares en contra de civiles. Reduce la discrecionalidad (impunidad) en las decisiones que reprimen o violan derechos, ejecutadas por soldados o marinos en atención de órdenes recibidas de sus superiores.

Las Fuerzas Armadas se benefician con esta reforma para reforzar su compromiso centrado en la defensa de la integridad del territorio (incluyase el mar patrimonial) y de la población.

Una reforma donde los legisladores se dieron la oportunidad de colaborar en un proceso que, dilatado, se puso por encima de intereses particulares o parciales. Lo cual, por cierto, no ha ocurrido con el procedimiento deliberativo de algunas leyes secundarias en curso. Intereses que no pocas veces son promotores de la desigualdad, limitan libertades y conculcan la justicia.

El Ejército Mexicano y la sociedad en su conjunto encuentran un código de confluencia, de mutua necesidad. Estar al servicio, dar el reconocimiento, para formar una insólita dialéctica de no contrarios. Armonización despreciada en los episodios de la guerra sucia, ya lejanos, de la guerra contra el narco, en el pasado reciente.

Con legislación como la comentada, se reconstituye el Estado Mexicano en su solidaridad originaria. La que nos une más allá del fraseo mercantilista que bascula al país y al mundo.


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