martes, 25 de marzo de 2014

¿Qué hay del DF?


Es una pregunta que me llega de la frontera norte, Tamaulipas para ser preciso, inquiriéndome sobre la situación política de la ciudad de México. Lo que sigue es una punteada apreciación notoriamente insuficiente.

Primero se destaca una situación atípica pero no ilegal. El actual jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, tomó ese cargo bajo las siglas del Partido de la Revolución Democrática, proclamándose como un representante ciudadano antes que partidista. Su gestión es ya una prueba para encumbrar o desacreditar las alternativas ciudadanas legitimadas por la legislación electoral reformada.

Segundo, siendo el PRD la principal fuerza política en la ciudad, no se ve claro la capacidad de mando del jefe de gobierno sobre las “tribus” perredistas en el escenario de la capital del país. La suspensión del servicio en el tramo elevado de la línea 12 del metro ha sido ocasión para que se crispen los ánimos al interior del perredismo capitalino. Han pasado más de quince días y lo que se sabe de las causas de la suspensión ha generado un debate en el que la información técnica es puesta en duda por la grilla al desnudo.

Tercero, el cambio en la dirigencia nacional del PRD previsto para este año, me avisa Perogrullo, tendrá efecto en la relación entre el jefe de gobierno y el partido que lo postuló.

Cuarto, el tema del agua es el asunto más delicado que tiene la autoridad capitalina respecto a la oferta de servicios que ofrece a la población bajo su gobierno. No es un asunto que esté totalmente en las manos de Mancera, lo comparte con la Comisión Nacional del Agua. Como pocos asuntos, la técnica no tiene mucho espacio para equivocarse, por eso extraña que ante la demanda del cardenal Norberto Rivera Carrera, de no suspender el servicio de agua durante la semana santa la autoridad se haya doblegado. Se olvidaron de la justificación esgrimida para suspender el servicio en esas fechas: la salida de cientos de miles de habitantes de la ciudad reducía el número de afectados.

Quinto, hasta ahora, la decisión del jefe de gobierno de acordar antes que confrontar al gobierno federal ha sido su mejor acierto: guarecerse a la sombra de Los Pinos. Depende de sus voluntades que esa fortaleza no se disminuya. Pero no es cuestión sólo de voluntades, la marcha de la economía hacia un sendero de crecimiento tendrá beneficios mutuos para ambos gobiernos. Y si la economía no crece la alianza estará en peligro. Si la economía no crece las reformas quedarán en un ejercicio de voluntarismo. Si le va mal a Los Pinos le irá mal al jefe de gobierno.

No hay comentarios.:

Powered By Blogger