martes, 4 de marzo de 2014

Jesús Murillo Karam


Poner el nombre de un alto funcionario como título aquí no tiene el fin de elaborar su perfil. No es el caso de una exposición laudatoria, tampoco de enderezar una descalificación a la persona. Jesús Murillo Karam encabeza este artículo por el hecho de ser el personaje público al cual diversas circunstancias lo han puesto como el rostro del gobierno.

Si bien durante el año pasado el funcionario tuvo una actuación casi sin reflectores, el año en curso le ha dispuesto un mayor protagonismo en los medios. Pero no es a él a quien me interesa abordar, sino lo exhibido en materia de procuración de justicia sobre diligencias alto impacto.

La búsqueda de un presunto delincuente de cuello blanco, el empresario Gastón Azcárraga –dueño del Grupo Posadas y de la línea aérea Mexicana de Aviación a la que desvalijó; la aprehensión de Joaquín Guzmán Loera, leyenda viviente del crimen organizado; la investigación de presuntos fraudes de la empresa Oceanografía; las demandas a Banamex, filial del banco trasnacional Citigroup.

En todas estas averiguaciones y pesquisas el dinero se encuentra en el centro de la motivación del hecho delictivo. El Gobierno, satisfecho por sus reformas, ahora está en la convicción de actuar. Actuación que toca intereses de gente o empresas poderosas, sin quedar claro si se trata de una política tendiente a fortalecer las instituciones de procuración de justicia y hacerlas creíbles, confiables: lo que piden generaciones tras generaciones de mexicanos. O se trata de una relegitimación mediante actos de autoridad para arrojar una luz positiva sobre las reformas en proceso de consolidación.

Se mueven inercias, en su aparente despejar se descubren deficiencias del capitalismo real, aquel que se encuentra tras la fachada del Mercado, los mercados, ofrecidos como el mecanismo mágico e inocente que reporta con justicia a cada quien lo que le corresponde. Las investigaciones de la Procuraduría General de la República revelan no sólo las actividades descaradas de la delincuencia organizada, también los ilícitos encubiertos de “honorables” empresas y empresarios. No se descubre nada nuevo, lo nuevo es la aparente determinación de que la ley alcance a los intocables que se presumen así por su condición de multimillonarios.

Si se trata de actos de autoridad bien fundados ¡Bienvenidos! Se muestra voluntad de remediar un orden legal que en su perfección chocarrera incluye su calidad de quebrantable, consuetudinaria y sistemáticamente. Un orden donde lo constitucionalmente establecido en beneficio de todos  deriva en leyes secundarias, reglamentarias, generales, que operan cercenando los derechos y afirmando privilegios.

No olvidemos que, como en toda representación teatral, al final vienen los aplausos si la actuación convence al respetable.
 
Claro, seremos más esclarecidos en tanto no nos contentemos con recibir o leer noticias de nota roja, tendremos que acudir a fuentes poderosas que nos ayuden a procesarlas en una visión de mundo. Como cuando Franz Rosenzweig se pregunta “¿Qué sabemos del mundo? Parece rodearnos. Vivimos en él, también está en nosotros” La Estrella de la Redención (Ediciones Sígueme, 2006) Bueno, de este autor, de su libro, haremos su recomendación en Facebook.

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