Destapar un escándalo sin proveer
la solución reparadora, correctiva, no nos va a llevar a buen puerto. Ya
llevamos más de veinticinco años con esa dinámica. Prender el ventilador frente
al estiércol no contribuye a limpiar el establo.
El martes 18 de marzo, en
Casoleacaque, Veracruz, el presidente Enrique Peña Nieto conmemoró un
aniversario más de la expropiación petrolera de 1938 decretada por el Gral.
Lázaro Cárdenas del Río. Un evento en el eje de la contradicción pues sirvió
como una justificación de la más reciente reforma energética, a la que calificó
de “revolución”. Le levantaron el castigo oficial a la palabra o quien hizo el
discurso no tuvo cuidado. Una revolución energética sería aquella que sentará
las bases para la utilización de nuevas fuentes de energía, distintas a los
hidrocarburos. Lo que aquí hicieron los legisladores fue una desregulación
energética para consumir más rápidamente la riqueza del subsuelo. De eso se
trata.
Reiterar que el Estado es y
seguirá siendo dueño de las reservas de los hidrocarburos ni siquiera es un consuelo.
La OCDE acaba de reportar a México como la nación con mayor nivel de
desigualdad dentro de esa organización. Alguien sabe qué países de la OCDE
presentan el mismo fervor por la propiedad del subsuelo.
Afirmar que la soberanía nacional
estaba en riesgo cuando precisamente la política económica de la aldea global
prescinde del concepto de soberanía nacional o lo hace demasiado flexible.
Hablar de seguridad energética sin desarrollar tecnologías que nos preparen para
la revolución energética es ocioso.
La conmemoración pudo servir para
sacudir, en serio, la corrupción en PEMEX, pero se prefirió departir con uno de
los líderes sindicales más corruptos. Todavía más, es creíble que PEMEX sólo
haya desarrollado relaciones corruptas con Oceanografía. Sólo Oceanografía.
Dónde están las incorruptibles, para hacerles un reconocimiento, Grupo R por ejemplo.
¡Ah! Y con qué tino el mismo día,
pero en Guadalajara, Jalisco, fue detenida la persona que fungió como
secretario de finanzas de administraciones perredistas en el gobierno de
Michoacán, la de Lázaro Cárdenas Batel, una de ellas. No se pudo escoger otro
día para detener a Humberto Suárez López. Sólo hay uno o hay otros de su
especie. O se trata de un combate selectivo y la ley no se aplica de manera
general.
Concluyó el Pacto por México y se
nota la falta de un nuevo pacto, necesario para la navegación de las reformas a
consolidar. O continuaremos con el circo del escándalo y los pleitos. O como la
tierra cargada de promesas y con una inseguridad que no se termina de someter.
Cierto es que Crimea está muy
lejos, pero si lo descompuesto destaca en nuestro paisaje mexicano, a modo para
incendios primaverales. O acaso los estados fronterizos del norte de la
república mexicana están lejos de declararse Crimea de las Américas.
Pero no estamos solos, desde el
siglo pasado el mundo ha prescindido de las ideas y ahora se ve la consecuencia
de ello en el siglo XXI. Como bien lo cuenta Bruno Tackels en la destacada biografía
que hace de Walter Benjamin (Universitat de València, 2012).
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