Se ha presentado el plan de
salvamento para el estado de Michoacán. Lo ha presentado el presidente Enrique
Peña Nieto, dándole la marca: “Juntos lo vamos a lograr”. 45 mil millones de
pesos para sacar del desastre en que se encuentra ése estado de la república.
Desastre debido a la acción y a la omisión humanas. Característicamente en el
centro, que ha irradiado la señalada debilidad institucional y deterioro
social, está el desprestigio y el abandono de lo Público, en aras del
funcionamiento mágico de las fuerzas del mercado.
Una derrama millonaria, representativa
de un ingente esfuerzo administrativo: ajuste de presupuesto, procedimientos,
recursos humanos en marcha, entre otros elementos.
Sobre el significado del plan
Michoacán es recomendable el elegante artículo escrito por José Carreño Carlón
para El Universal (05-01-2014)
Destaca de esta lectura la referencia directa al simbolismo en su encanto de la
cohesión social (M. Eliade, C.G. Jung y V. Turner, vengan sus espíritus a mi)
El articulista nos recuerda la necesidad o dependencia que el poder político
tiene de la representación simbólica para mantenerse en la aceptación y
reconocimiento de los gobernados. Funciones simbólicas que él acusa disminuidas
por los gobiernos de los últimos dos decenios. Opinión esta última que merece
una agregación y hace sumar 32 años, no veinte.
Fue Miguel De la Madrid el que
inició la desimbolización de la presidencia de la república, fue él quien
afirmó que gobernaría sin mitos, dando inicio al proceso modernizador y a su
resultado –daño- colateral: la desimbolización del ejercicio del poder.
En cambio, Carlos Salinas de
Gortari sí tenía idea de la importancia de los símbolos para su actuación como
gobernante, su héroe de cabecera, Emiliano Zapata, mismo héroe que se le
apareció en la Selva Lacandona al final de su mandato. Esto no quiere decir que
su gobierno no haya tenido un efecto desimbolizador, nada más considerar las
reformas constitucionales en materia agraria y religiosa.
Ernesto Zedillo Ponce de León fue
otra cosa, totalmente desentendido de los símbolos cívicos nacionales, pues
bien se sabe que su símbolo es el dólar. Fiel a su identidad tecnócrata se
comportó como “el más frío de los monstruos fríos”; ya en la docena
blanquiazul, Vicente Fox y Felipe Calderón, se echaron a la poltrona de la simbolización
religiosa.
El actual Presidente de la
república tiene bien internalizados los rituales de la clase política
mexiquense ¿Le será suficiente para el ejercicio del poder? Eso es simple
especulación. Lo que vale y está en sus posibilidades es la operación eficaz de
lo Público. Se está jugando su resto. Su seminal convocatoria a realizar un
gobierno eficaz. De ahí a consultar lo dicho por él en Morelia, Michoacán, el 4
de febrero próximo pasado en relación a su consigna “Juntos lo vamos a lograr”.
“Todas estas acciones tendrán que
ejecutarse cumpliendo dos principios: la promoción de la equidad de género y
oportunidades para los jóvenes; así como la transparencia y el combate a la corrupción”
“He instruido a la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público a establecer un comité ciudadano para dar un
seguimiento puntual a cada una de estas obras y acciones que hoy estamos
anunciando”
Bien se puede empezar por dar a
conocer el enjambre de procedimientos, de programas del Presupuesto y número de
empleados emplazados en esta colosal obra de intervención Pública para salvar a
Michoacán, no sólo escenografías. Tener en tiempo real como se da el flujo de
multimillonario apoyo y la obtención de resultados en este esfuerzo por
reconstruir lo Público. Esa será la gran aportación de Peña Nieto.
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