martes, 1 de octubre de 2013

Llegó la hora de revisar


Difícil sustraerse a la coyuntura. La coyuntura absorbe, descontextualiza, es la inmediatez que prescinde del antes y después. Actitud solidaria con el aquí no pasa nada. Los cínicos se adueñan del destino de un país, cumplen cabalmente la premonición de José López Portillo.

En el cruce cartesiano de las desgracias actuales están el déficit del Estado de derecho y el capitalismo.

Para proseguir esta afirmación despidamos dos lanzas.

La primera: la Secretaría de Gobernación descubre el hilo negro en Guerrero, “Ilegalidad hizo crecer el número de muertos” y promete investigar administraciones anteriores de lo que posiblemente ya prescribió. Se escuda en boletines y telefonemas de alerta enviados a los gobernadores. Éstos, a su vez, utilizaron las redes sociales, medios impresos y electrónicos.

Gustan de ignorar que su función, la de un alto funcionario, no sólo es administrativa sino sobre todo política, de mucha sensibilidad. No se les paga sólo para emitir boletines de alerta, sino por la sagacidad de movilizarse con anticipación a las zonas en riesgo, salir de la oficina o de donde se encontraran para tener, de perdida, el relato in situ y de cara a la contingencia. Llegar antes del siniestro para un mejor control de daños. El temporal estaba avisado.

La segunda: el Consejo Coordinador Empresarial despotrica una vez más en contra de la reforma hacendaria, no dice de dónde saldrán los recursos que mueven a la función y los servicios públicos, más aún, de donde se sacarán recursos para atender necesidades de los sectores de la sociedad más dañados por el régimen económico dominante. Acaso se les ocurra un Teletón ampliado.

El CCE tiene que reconocer que a lo largo del proceso reformador que no inició en el actual gobierno, sus demandas se han ido cumpliendo una a una, desmontando la mixtura de la economía hacia la liberalización despiadada –informalidad y crimen incluidos- o cómo se explican el crecimiento de la desigualdad y la pobreza.

Volvamos ahora al punto donde se cruzan los ejes, en el territorio del desastre impulsado por las lluvias, en la perspectiva de su estructuración, de su formación.

El déficit del Estado de derecho no es de ahora, se renquea desde hace mucho con ese mal. Más de treinta años de reformas no han movido esa deficiencia institucional. Se presume de la perfección e idoneidad de las leyes que no trascienden democráticamente a la efectividad de su cumplimiento. Todo se cumple al gusto del mejor postor o de la discrecionalidad de ocasión. La legalidad es de papel, lo que realmente sucede es ya otro asunto. Bendito papel que trasportas la ilusión de la ley cumplida, sin relatar las estafas e injusticias perpetradas al amparo de tu materialidad oficial.

El capitalismo dominante, generador de riqueza a partir de la devaluación del trabajo (bajos salarios y cancelación de derechos) Riqueza mercantil que para venderse destruye la riqueza natural. Por definición, el capitalismo explota al trabajador y los recursos naturales. La tecnología hace más apabullante esta dominación. Abrir nuevos desarrollos (Laguna de Tres Palos y el sistema de humedales del que forma parte) aprovechar mano de obra que habita zonas de riesgo, contagiar a comunidades con la ilusión del progreso (La Pintada, Atoyac de Álvarez, Guerrero) dejando sin efecto la legislación y los instrumentos de la política ambiental. El capitalismo no se detiene, todo lo ha de exprimir, es su naturaleza depredadora de aquí y ahora. Como los dinosaurios, el capitalista no se detiene en las consecuencias.

Es tiempo de una revisión a fondo del largo proceso reformador.

 

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