Difícil sustraerse a la
coyuntura. La coyuntura absorbe, descontextualiza, es la inmediatez que
prescinde del antes y después. Actitud solidaria con el aquí no pasa nada. Los
cínicos se adueñan del destino de un país, cumplen cabalmente la premonición de
José López Portillo.
En el cruce cartesiano de las
desgracias actuales están el déficit del Estado de derecho y el capitalismo.
Para proseguir esta afirmación
despidamos dos lanzas.
La primera: la Secretaría de Gobernación
descubre el hilo negro en Guerrero, “Ilegalidad hizo crecer el número de
muertos” y promete investigar administraciones anteriores de lo que
posiblemente ya prescribió. Se escuda en boletines y telefonemas de alerta
enviados a los gobernadores. Éstos, a su vez, utilizaron las redes sociales,
medios impresos y electrónicos.
Gustan de ignorar que su función,
la de un alto funcionario, no sólo es administrativa sino sobre todo política,
de mucha sensibilidad. No se les paga sólo para emitir boletines de alerta,
sino por la sagacidad de movilizarse con anticipación a las zonas en riesgo,
salir de la oficina o de donde se encontraran para tener, de perdida, el relato
in situ y de cara a la contingencia.
Llegar antes del siniestro para un mejor control de daños. El temporal estaba
avisado.
La segunda: el Consejo
Coordinador Empresarial despotrica una vez más en contra de la reforma
hacendaria, no dice de dónde saldrán los recursos que mueven a la función y los
servicios públicos, más aún, de donde se sacarán recursos para atender
necesidades de los sectores de la sociedad más dañados por el régimen económico
dominante. Acaso se les ocurra un Teletón ampliado.
El CCE tiene que reconocer que a
lo largo del proceso reformador que no inició en el actual gobierno, sus
demandas se han ido cumpliendo una a una, desmontando la mixtura de la economía
hacia la liberalización despiadada –informalidad y crimen incluidos- o cómo se
explican el crecimiento de la desigualdad y la pobreza.
Volvamos ahora al punto donde se
cruzan los ejes, en el territorio del desastre impulsado por las lluvias, en la
perspectiva de su estructuración, de su formación.
El déficit del Estado de derecho
no es de ahora, se renquea desde hace mucho con ese mal. Más de treinta años de
reformas no han movido esa deficiencia institucional. Se presume de la
perfección e idoneidad de las leyes que no trascienden democráticamente a la
efectividad de su cumplimiento. Todo se cumple al gusto del mejor postor o de
la discrecionalidad de ocasión. La legalidad es de papel, lo que realmente sucede es
ya otro asunto. Bendito papel que trasportas la ilusión de la ley cumplida, sin
relatar las estafas e injusticias perpetradas al amparo de tu materialidad
oficial.
El capitalismo dominante,
generador de riqueza a partir de la devaluación del trabajo (bajos salarios y
cancelación de derechos) Riqueza mercantil que para venderse destruye la
riqueza natural. Por definición, el capitalismo explota al trabajador y los
recursos naturales. La tecnología hace más apabullante esta dominación. Abrir
nuevos desarrollos (Laguna de Tres Palos y el sistema de humedales del que forma parte) aprovechar mano de obra que habita
zonas de riesgo, contagiar a comunidades con la ilusión del progreso (La
Pintada, Atoyac de Álvarez, Guerrero) dejando sin efecto la legislación y los
instrumentos de la política ambiental. El capitalismo no se detiene, todo lo ha
de exprimir, es su naturaleza depredadora de aquí y ahora. Como los
dinosaurios, el capitalista no se detiene en las consecuencias.
Es tiempo de una revisión a fondo
del largo proceso reformador.
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