martes, 10 de septiembre de 2013

Reforma fiscal


El proyecto llegó al Congreso con la oportunidad de darle un toque social al actual gobierno. No es casualidad que fuera el 8 de septiembre, el mismo domingo en el que López obrador convocó a un evento masivo en contra de la reforma energética.

La reforma fiscal ha sido un ensayo recurrente, con errores recurrentes. Sin alcanzar el óptimo ideal, nunca deja contentos a todos, materia de rezongo. El principal problema para abordarla es su especializado contenido técnico. Sólo para iniciados. Ése no sería el problema si el gobierno hiciera las cuentas claras. Utilizando los medios sin privilegiar el road show de los funcionarios o las secuencias publicitarias (no más hombrecillo saltarín que hace ver pueril a la ciudadanía) Diez minutos diarios en red nacional, en el mejor horario, exponiendo con peras y manzanas el alcance de la reforma, segmento por segmento.

La cúpula empresarial y un sector del PAN han pegado el grito en el cielo. Dicen que la reforma está en contra de la clase media (ya me imagino en Hacienda pensando: vamos a fastidiar a la clase media) Su argumento es que son siempre los mismos causantes cautivos sin aumentar el número de contribuyentes. Argumento hasta cierto punto falaz pues se dota de un nuevo intento de incorporar a los informales al patrón de contribuyentes. También es miope: cómo podría ser de otra manera la dificultad para ampliar la base de contribuyentes si el esquema económico se esmera en producir pobres y cada vez son más.

Sin promesas, ni maquillaje, la justificación general y consistente es una: que el Estado, independientemente de quien gobierne, cumpla con sus obligaciones, rinda buenos servicios a través del aparato público administrativo.

Me hubiera gustado esta reforma en el primer paquete que se presentó al inicio del sexenio. A estas alturas, con el alto costo representado por el serial de reformas, la fiscal tal vez no encuentre los mejores oídos. La razón para que así haya sucedido puede ser ponerla en sincronía con el paquete económico 2014. Situación que no se podía dar en el 2013.

El caso es que hay propuesta y ojalá la deliberación legislativa sea afortunada. De parte del gobierno pudo darle mejores condiciones a la reforma mostrando un mejor ejercicio -no sólo entendido como gasto del presupuesto programado- sino en el amplio desempeño de la función pública.

Se reformó la ley de la administración pública federal y es el día que no sabemos dónde quedó la secretaría de la función pública. Se hizo invisible. No se tocó la Ley burocrática, sigue el mismo mecanismo inútil afectado por la discrecionalidad. Del decreto de austeridad no se tiene un informe puntual y bien difundido ¿Se lograron los resultados esperados? Se trató de un distractor para volver a la vieja y pegajosa canción Quítate tú pa’ponerme yo.  De regreso al expediente de las cuotas y de los cuates. Las inercias y las resistencias de la burocracia no están dentro del plan de mover a México. Sacudir a la administración detectando los procedimientos con alta incidencia de corrupción, adoptando las medidas correctivas. Es actuación como marco y demostración de que se quiere una reforma fiscal progresiva.

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