El proyecto llegó al Congreso con
la oportunidad de darle un toque social al actual gobierno. No es casualidad
que fuera el 8 de septiembre, el mismo domingo en el que López obrador convocó
a un evento masivo en contra de la reforma energética.
La reforma fiscal ha sido un
ensayo recurrente, con errores recurrentes. Sin alcanzar el óptimo ideal, nunca
deja contentos a todos, materia de rezongo. El principal problema para
abordarla es su especializado contenido técnico. Sólo para iniciados. Ése no
sería el problema si el gobierno hiciera las cuentas claras. Utilizando los
medios sin privilegiar el road show
de los funcionarios o las secuencias publicitarias (no más hombrecillo saltarín
que hace ver pueril a la ciudadanía) Diez minutos diarios en red nacional, en
el mejor horario, exponiendo con peras y manzanas el alcance de la reforma,
segmento por segmento.
La cúpula empresarial y un sector
del PAN han pegado el grito en el cielo. Dicen que la reforma está en contra de
la clase media (ya me imagino en Hacienda pensando: vamos a fastidiar a la
clase media) Su argumento es que son siempre los mismos causantes cautivos sin
aumentar el número de contribuyentes. Argumento hasta cierto punto falaz pues
se dota de un nuevo intento de incorporar a los informales al patrón de
contribuyentes. También es miope: cómo podría ser de otra manera la dificultad
para ampliar la base de contribuyentes si el esquema económico se esmera en
producir pobres y cada vez son más.
Sin promesas, ni maquillaje, la
justificación general y consistente es una: que el Estado, independientemente
de quien gobierne, cumpla con sus obligaciones, rinda buenos servicios a través
del aparato público administrativo.
Me hubiera gustado esta reforma
en el primer paquete que se presentó al inicio del sexenio. A estas alturas,
con el alto costo representado por el serial de reformas, la fiscal tal vez no
encuentre los mejores oídos. La razón para que así haya sucedido puede ser
ponerla en sincronía con el paquete económico 2014. Situación que no se podía
dar en el 2013.
El caso es que hay propuesta y
ojalá la deliberación legislativa sea afortunada. De parte del gobierno pudo
darle mejores condiciones a la reforma mostrando un mejor ejercicio -no sólo
entendido como gasto del presupuesto programado- sino en el amplio desempeño de
la función pública.
Se reformó la ley de la
administración pública federal y es el día que no sabemos dónde quedó la
secretaría de la función pública. Se hizo invisible. No se tocó la Ley burocrática,
sigue el mismo mecanismo inútil afectado por la discrecionalidad. Del decreto
de austeridad no se tiene un informe puntual y bien difundido ¿Se lograron los
resultados esperados? Se trató de un distractor para volver a la vieja y
pegajosa canción Quítate tú pa’ponerme yo.
De regreso al expediente de las cuotas y
de los cuates. Las inercias y las resistencias de la burocracia no están dentro
del plan de mover a México. Sacudir a la administración detectando los
procedimientos con alta incidencia de corrupción, adoptando las medidas
correctivas. Es actuación como marco y demostración de que se quiere una
reforma fiscal progresiva.
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