Se explica que José Cárdenas, en
el noticiero UNO, vocifere en lugar de informar. A él le paga Carlos Slim y a
lo mejor para eso lo contrató. Así funciona el mercado, me dirán. Es
inaceptable. Lo que no se justifica es Once TV, a través de Adriana Pérez Cañedo,
sumándose a la desinformación. Ese noticiario se paga con dinero público.
El conflicto magisterial no
concluye y le sigue como perro de presa la escalada desinformativa. Ayer
miércoles dio un nuevo hervor la movilización y se extendió a veintidós entidades
a parte del Distrito Federal. Lo malo es que ya empezaron los golpes y no hay
quien ate los cabos de este lío.
Negar que la educación en México
requiere cambio es defender el desastre educativo. Pero no reconocer que ese
desastre tiene un fondo político es no querer solucionar el conflicto.
Me creerían si les dijera que
toda esta confrontación entre la autoridad y el magisterio pudo haberse
evitado de existir previamente voluntad política entre las partes. No se
necesitaba cambiar las leyes sino modificar las condiciones generales de
trabajo pactadas. Por qué no prosperó esa opción, pues porque esas mentadas
condiciones siempre han guardado un pacto político, incluido el apoyo
electoral. Te doy concesiones y tú, sindicato, me entregas votos. Arreglo como
ese la autoridad electoral no los puede combatir en serio, dicho sea de paso.
Ese pacto no lo cuestionan los noticiarios, por eso no atienden con probidad a
sus audiencias. Reciclan basura. Y bien que saben qué es lo que pasa.
Desde hace muchos años la
organización gremial de los profesores se caracterizó en un principio por
garantizar votos al Partido Revolucionario Institucional. Ese pacto se tambaleó
en los 80’, surgió la disidencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación. El pacto se rehízo a través de Elba Esther Gordillo y un nuevo
paquete de concesiones. Como las elecciones se fueron haciendo más competidas
el voto de los profesores cada vez salía más caro. Llegó el momento en el que
la misma lucha electoral se convirtió en un incentivo para chantajear.
Con la primera alternancia el
esquema no cambió, tan sencillo como que el SNTE se puso a disposición de
Vicente Fox, se salió del PRI, formó su propio partido y hasta cooptó al
secretario de educación. Con Felipe Calderón la cosa empeoró, pues él llegó a
la presidencia de la república gracias al acarreo del voto de los profesores.
Por eso a Calderón se le motejó de espurio o ya lo habían olvidado.
Y no nos olvidemos que en el
Partido de la Revolución Democrática también se han beneficiado de este
esquema, tienen su héroe o villano: René Bejarano y su papel en las victorias
del PRD en la capital.
Así las cosas, en los medios no
se menciona este pacto político, sólo se escuchan quejumbres y
descalificaciones a razón de los “malvados” profesores. Tampoco tocan, o casi
no, a los gobernadores en su irresponsabilidad de incrementar las concesiones
hechas por el gobierno federal, con el mismo propósito de agraciarse apoyo
político. Bajo esta óptica, magnitud del conflicto adquiere una dimensión
explosiva no prevista por quienes instigaron e hicieron la reforma educativa.
Sí, hay que hablar de
instigadores. La cuestión no era nada más Mexicanos Primero, ni De panzazo,
como catapulta del golpe al magisterio. Desde el principio fue un asunto de
poder movido por un grupúsculo de empresarios, quienes en su codicia no tienen
idea de lo que estaban provocando ¿O sí? Como Pilatos, ellos se lavan las
manos. Si se cae el país, se van a vivir al extranjero, para eso ya sacaron
parte de un dinero y no es poco, como del tamaño de una desaceleración
económica.
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