miércoles, 4 de septiembre de 2013

Macartismo actualizado


Originalmente, el macartismo fue una orientación del gobierno estadounidense para ejercer el terror en contra de expresiones ideológicas, específicamente del comunismo y todo el espectro de la izquierda. Los tiempos han cambiado, el Estado está más obligado a cumplir la cabal vigencia de los derechos humanos y no es correcto que abiertamente promueva la eliminación ideológica. En esta consideración de la actualidad posmoderna, alguien se encarga de instrumentar la eliminación del adversario ideológico y para ello se pintan solos los corporativos mediáticos, supuestamente apolíticos y apartidistas, faltaba más.

El conflicto magisterial –más político que de educación- ha sido ocasión para que los bárbaros de las telecomunicaciones se engarcen para destruir al movimiento. No pierden ocasión para linchar a los profesores, los más enloquecidos solicitan la represión ya, a través de sus “intelectuales”. Incitan a la represión que surta los efectos de una lección negativa, antidemocrática: si tienes derecho a manifestarte en la vía pública, mejor no lo uses.

Hay voces experimentadas dentro del gobierno que saben lo que está en juego para la actual administración. Jesús Murillo Karam, por ejemplo. Es más, los sectores ilustrados –los hay- son conscientes de la encrucijada actual. No es casual que con regularidad José Carreño Carlón (líder estudiantil del 68 y actual director del Fondo de Cultura Económica) invoque frecuentemente el estudio sobre la personalidad autoritaria, coordinado por Theodor W. Adorno, hace más de medio siglo, para disuadir las posiciones intolerantes.

No está por demás invocar, sobre todo citar, al filósofo alemán, quien también se encargó de otra investigación concerniente a la televisión (1952-53).

“El medio mismo integra el esquema general de la industria de la cultura y fomenta su tendencia a deformar y aceptar desde todos los ángulos la conciencia del público, como síntesis del cine y la radio. La meta, la de poder repetir en una imagen suficiente, captable para todos los órganos, la totalidad del mundo sensible, este sueño insomne, se ha aproximado mediante la televisión y permite, de consuno, introducir en este duplicado del mundo, y sin que se lo advierta, lo que se considere adecuado para reemplazar al real”.

Y continua, “…la tendencia económica general fundante de la sociedad contemporánea, que no pretende en sus formas de conciencia sobrepasarse y superar el statu quo, sino que trata incansablemente de reforzarlo y, donde se ve amenazado, volver a restaurarlo. La presión bajo la cual viven los hombres se ha acrecentado en la medida que no podrían soportarla si las precarias gratificaciones del conformismo, que ya han acatado una vez, no les fueran renovadas nuevamente y repetidas en cada uno”

Respecto a las imágenes promovidas por la televisión en el individuo, nuestro autor afirma: “Ellas están allí para conferir brillo a su vida gris, sin presentarle empero algo que sea distinto: de antemano son inútiles. Lo distinto es insoportable, pues sirve para recordarle lo que está prohibido. Todo parece pertenecerle, justamente porque no se pertenece ni así mismo…La falta de distancia, la parodia de fraternidad y solidaridad han servido, sin duda, para llevar al nuevo medio a su indescriptible popularidad…Los límites entre realidad e imagen son borrados de la conciencia. La imagen es tomada como un trozo de la realidad, como una especie de habitación suplementaria, que se compra junto con el aparato, cuya posesión sirve para acrecentar el prestigio entre los niños.”

“…En los estereotipos de la televisión todo es, exteriormente, puesto en un mismo nivel, hasta en la entonación y los giros dialectales, mientras difunde directivas como la que todos los extranjeros son sospechosos, o de que el éxito es la medida suprema con que cabe medir la vida, no sólo verbalmente, sino en cuanto sus héroes las aceptan como provenientes de Dios y establecidas para siempre,”

Hasta aquí las citas, oportunas para tener elementos de juicio y considerar el daño presumible que hacen a la ciudadanía, entre quienes obstruyen unas vialidades afectando a miles y quienes se meten en millones de hogares para condenar la conducta de los manifestantes.

En todo esto, el origen político no se exhibe, el intercambio perverso al que se ha prestado la organización gremial con distintas autoridades a cambio de canonjías ¿A qué autoridad pasada o del presente condena la televisión?

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