El lunes 12 de agosto se presentó a la sociedad,
es un decir, el proyecto de reforma energética del presidente Enrique Peña
Nieto. En realidad la propuesta tiene una dedicatoria a la inversión privada.
Éntrenle, ya no puedo con la responsabilidad, el Estado no da para tanto.
Una propuesta del Ejecutivo fuera
del cacareado Pacto por México. Salomónicamente se le hace un lábil guiño a la
izquierda invocando al Gral. Lázaro Cárdenas del Río. A la derecha simplemente
se le da la razón.
Como la propuesta tiene de inicio
un problema de popularidad, se le aderezan promesas: más empleos, bajas de
precios en el consumo doméstico de energéticos, hasta el campo saldrá
beneficiario con una mejor oferta de fertilizantes. Para que eso ocurra estaría
bien que se hiciera la estimación del impacto en el PIB, el cual según BBVA Bancomer
no tendrá un beneficio espectacular por la reforma. Sea por Dios, en el
principio fue el galimatías.
Si ya tiene dificultades lógicas
la presentación, los defensores oficiales de la propuesta no ayudan mucho.
Vuelve a la batalla el senador David Penchyna y se ufana del “nuevo paradigma”.
Pues que no dijo EPN que se trata de una propuesta cardenista, que se entiende
bajo el vapuleado paradigma del Estado del Bienestar. O es una cosa o es otra.
Y no hace mejor defensa el
secretario de Energía, Pedro Joaquín Caldwell. No se esfuerza mucho, rescata y
actualiza los archivos de unos de sus antecesores en el puesto, Luis Téllez Kuenzler.
El argumento es el mismo: reforma o catástrofe energética.
Me queda muy claro que en 1938,
pese a las adversidades y pronósticos pesimistas, el máximo representante de
las instituciones del Estado estaba convencido de que si se podía y actuó en
consecuencia. El actual reconoce incapaz al Estado de asumir la responsabilidad
y no por maldad. Simplemente la economía global se ha impuesto.
La reforma propuesta de algo ha
de servir, un eslabón en la teoría del Estado incapaz que se ha venido
elaborando de tiempo atrás. El Estado, incapaz de mantener el orden agrario,
sin desearlo, ha dejado a cargo del crimen organizado porciones del México
rural; incapaz de controlar el ingreso de armas de uso exclusivo del Ejército,
ha detonado la violencia y la inseguridad; incapaz de mantener una rectoría
educativa la organización gremial se impone.
La reforma energética tiene una
semejanza con la reforma laboral: legalizan prácticas que se venían dando fuera
de la ley. El Estado no pudo y se repliega ante el paradigma dominante.
Mientras el émulo de Greta Garbo espera su aplauso de despedida.
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