Por cuestiones de técnica
jurídica, desde la casa presidencial se avisa: el proyecto de reforma energética sigue en galeras. Contrario a lo
asegurado por el senador David Penchyna, este jueves no será el día D. De
acuerdo a nuestras efemérides nacionales, este 8 de agosto se mantendrá como incólume
recordatorio del natalicio del Gral. Emiliano Zapata.
El senador mencionado hizo el
martes pasado enjundioso recorrido por diversos medios para defender el
proyecto todavía nonato. Ha prometido más empleos, más soberanía, las perlas de
la virgen si se aprueba la reforma energética, pues ya basta de posturas
ideológicas y de medias verdades. Así ha pontificado.
David Penchyna sabe que en el Congreso
se cuenta con la mayoría, con la alianza legislativa para sacar adelante la
reforma. Entonces, para qué tanto teatro. No creo que sea por López Obrador y
su convocatoria a la movilización social en contra de la reforma. De ser así,
mucha debilidad exhibe el actual gobierno, temer a López Obrador.
El senador se dice del lado de la
verdad, lo que en modo alguno es reprochable. Lo que no se aclara es el
abandono oficial de PEMEX que viene de lustros atrás (evitemos el sello
epónimo) Tampoco nos dice si hay un chantaje de los inversionistas privados a
través de quitarle dinamismo a la economía mexicana en los últimos once meses.
Demasiadas ansias no cubren la
información faltante en la argumentación. El tufo de impunidad no sale a los
medios, queda en los silencios.
Se protege la impunidad de los
líderes sindicales, la impunidad de las malas administraciones que han fallado
a su mandato de ley, la impunidad de los que roban gasolina a los ductos de la
paraestatal. Se entiende eso de darle verosimilitud a la campaña oficial en
contra de PEMEX.
En las prisas han sembrado la
duda. La inveterada falta de probidad, de honestidad, no le da certificado de
confianza a la clase política.
Es oportuno que el senador
Penchyna se vea en el espejo de Humberto Roque Villanueva, que lo evoque en la
fecha del 17 de marzo de 1995, cuando la Cámara de Diputados aprobó el 50% de
aumento al Impuesto al Valor Agregado. Reforma que, por cierto, no resolvió las
penurias fiscales del Estado.
Y mientras el senador suda la
gota gorda para explicar el carácter nacionalista de los cambios en el sector
energético, el senador Cordero sonríe, espera colgarse la medalla de la reforma.
Nadie sabe para quién trabaja.
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