jueves, 27 de junio de 2013

El abuso institucionalizado


Leo la prensa y quedo con la sensación de no estar informado. De seguro que me ocurre y no estoy para generalizar, es cuestión de imaginación o de esrado de ánimo. Es el hastío de enterarse acerca de tanto abuso y no encontrar autoridad, de cualquier nivel, capaz de poner un hasta aquí. El abuso se vuelve rutinario.

Hay de abusos a abusos. Uno es el institucionalizado dentro de la ley y ejemplo que estimula el abuso extendido, tolerado hasta configurar el delito.

La especulación financiera es abuso institucionalizado, la condonación de impuestos a las grandes empresas también. Las partidas presupuestales para las organizaciones políticas y fracciones parlamentarias en los congresos entran en el juego del abuso. Las reasignaciones presupuestales y otras ingeniosas salidas para practicar el peculado. Los permisos y autorizaciones, estudios y proyectos, también son campo fértil para el abuso, donde caben desde antros, guarderías, hasta explotaciones mineras y desarrollos turísticos e inmobiliarios. Todo dentro de la ley, la cosa es darle la vuelta.

A este festín entran pocos y maneras hay de entrarle al abuso por vías no institucionales: de la economía informal al crimen organizado.

El abuso se convierte en avalancha arrasando con todo. Cómo remediar la situación, ya sé, haciendo nuevas leyes. A los dirigentes políticos se les quema el coco proponiendo y haciendo más leyes, mientras la situación sigue igual o más complicada. La transformación es formal, el gene del abuso se mantiene intacto.

Se tiene un orden económico y político que premia el abuso, desenfocado de la generación del empleo/ingreso, sustentado en la especulación y el cambio tecnológico dilapida recursos humanos y termina en contra de la gente. No es con reformas sectoriales y cruzadas de contentillo con lo que se podrá cambiar la situación prevaleciente, sino desmontando el orden actual. De eso se dice poco y de soslayo. Se hace menos.

Entre el no pasa nada y se los dije, no se ve élite que encare la situación y llame a las cosas por su nombre, pavor lingüístico. El letrero nombra al restaurant bar “Bicentenario” pero los medios se hacen eco de los bajos fondos y le llaman Heaven. La disociación es endémica.

No hay comentarios.:

Powered By Blogger