martes, 19 de febrero de 2013

Es una muestra


Vamos bien o nos regresamos. Pero a dónde, si generación tras generación las promesas de futuro se construyen sacrificando el presente.  Lamentando lo que no debió suceder, sin reparación pues la ley es flexible, objeto de la discrecionalidad. Hoy se recuerda la explosión en la mina de Pasta de Conchos y nos olvidamos de las tragedias que le antecedieron. La minería es una actividad obligada a seguir normas de seguridad e higiene, pero no se cumplen. La razón es sencilla, cualquier regulación contraviene la generación ganancias de cualquier empresa. La regulación es anticompetitiva, afecta la productividad, eso es lo que se ha pregonado insistentemente en los últimos años.

Pero la ley es cosa de tontos, de quienes hacen fila por acceder a un servicio público cuando teniendo dinero se puede evitar. O con el mismo dinero se puede evitar una pena por motivo de una infracción. La ley es un vehículo hacia la justicia, se le usa para convalidar la injusticia.

Y con tanta indignación se escribe en la prensa de Jorge Emilio González Martínez, “el Niño Verde”. A este muchacho le gusta el escándalo, es su manera de llamar la atención. Lo aberrante es que ocupe un lugar dentro de la política a cambio de nada. Debería llamar la atención que el sistema resulte tan generoso. Algo no está bien. Y si quieres cancelar los defectos del sistema degrádalos, así, vistos como parte del pasado parecerán virtudes. La lógica entendida en la frase de mal en peor.

Es una muestra de que el país todo está cavando su propia degradación, sus élites en la política y en la economía, deciden sin considerar consecuencias. Las consecuencias no existen, el azar impera por sobre la certidumbre de la ley. Se ataja el momento, se hipoteca el futuro.

Este país tiene que hacer un reflexión, los llamados “datos duros” han sido exhibidos hasta el hartazgo (Cuando la argumentación lleva a los datos duros algo malo se espera escuchar pues por costumbre esos datos son portadores de malas noticias, no nos hablan de la excelencia educativa o de la escaza criminalidad, de la disminución de las desigualdades sociales)

Una reflexión que antes de concluir en una reforma legislativa nos revele el fracaso de las reformas anteriores. Explicarnos, por ejemplo, como las sucesivas reformas políticas hicieron posible la operación del Partido Verde y su monstruo más representativo, el Niño Verde. Dónde se falló. Tal vez el problema no esté en la ley sino en su falta de aplicación.

O tal vez el Estado delegó tantas responsabilidades a los privados, que ahora continúa la ruta hacia la desintegración con la proliferación de las policías comunitarias.

Porque el interés personal nunca será buen conductor de los asuntos públicos, es una buena divisa para la reflexión.    

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