jueves, 14 de febrero de 2013

El renacer de lo público


El proceso legislativo de la llamada nueva Ley de Amparo no ha concluido y ya patalean los que se sienten aludidos. Televisa, TV Azteca, Telmex, el Consejo Coordinador Empresarial y la Confederación Patronal de la República Mexicana, consideran que la norma ya avalada en San Lázaro significaría un regreso al autoritarismo y una amenaza para la libertad de expresión. No sé de dónde sacan eso. O sí sé. Les molesta el hecho de que se sitúe al interés público como eje, uno de los ejes, articulador del Estado mexicano.
 
Durante las últimas décadas, los gobernantes se han desgastado por complacer a la iniciativa privada, el resultado es un Estado debilitado al que le ha resultado insuficiente su recomposición a través de los organismos autónomos. Desde la propagación de la violencia del crimen organizado hasta el surgimiento de los grupos de autodefensa, las policías comunitarias, se expresa la magnitud del deterioro institucional. Una pendiente y una debacle del Estado que demanda una rectificación, pues no hay garantías individuales sin un Estado fortalecido.
 
Lo que tenemos ahora es un Estado sometido a los intereses de un puñado de empresarios que han sacado provecho de la debilidad del Estado y, luego, socarronamente culpabilizan a los gobiernos y a los políticos, asumiendo una representatividad ciudadana que ellos mismos, los empresarios, se han dado, pero no representa ni ha representado a la ciudadanía.

Los términos de la nueva ley darán vigor a las instituciones, sobre todo porque tendrá congruencia con el precepto constitucional definido, por ejemplo, en el Artículo 27 de la Carta Magna. Se apunta en el horizonte un renacer de lo público hoy sepultado.

Según lo narra La Jornada, la nueva ley es la culminación de un proyecto largamente madurado, gestado en la Suprema Corte de la Nación y configuró en iniciativa en el año 2000. Han pasado más de diez años y ahora le toca al Senado revisar las correcciones hechas por los diputados, aprobar la ley y poner en manos del Ejecutivo para su publicación. No se está ante una improvisación. Es un proceso dilatado de estudio, elaboración y debate que merece la mayor consideración y respeto, devolver al interés público su majestad por encima de la codicia.

No es una legislación aislada y tiene que verse dentro del conjunto de reformas que se abren paso en el Congreso. Una muy esperada y complemento de la nueva Ley de Amparo se refiere a la transparencia y rendición de cuentas, la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción. Del mismo modo se espera un balance de la reforma a la Administración Pública Federal que nos informe del estado desastre que se encontró y las inercias que apoltronan a la “gerencia” blanquiazul y obstaculizan al nuevo gobierno.

Que la nueva ley se haga realidad.


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