miércoles, 10 de octubre de 2012

Ternura


 

¡Caramba! Esta mañana la prensa escrita no pudo evitar el tono de escándalo, tono habitual que ha ofrecido el presidente Calderón en su “guerra” en contra del crimen organizado, ahora con el candente capítulo Coahuila. Se fugan reos, se atrapan narcos, asesinan al hijo de prominente político priísta y, en un operativo, aparentemente sin protocolo, la Marina sale de cacería y abate a Heriberto Lazcano, al boleo, pues no se dieron cuenta de a quién acribillaban. Con la novedad de que el occiso anda “prófugo”. Cuánto trabajo le cuesta narrar al gobierno su épica. Se supone que hay un vocero de seguridad ¿O ya no lo hay? Lo efectivo es que si el gobierno quiere dar una buena noticia él mismo se encarga de empañarla. La prenda percudida es de pena ajena.

Mejor escribamos de otra cosa, que en sí mismo es un caso de la desmesura gubernamental. La Secretaría de la Función Pública, a través de la autorizadísima voz de su responsable estrella, el señor Rafael Morgan Ríos, declara al reportero Alberto Morales de El Universal: “daremos buenos resultados a EPN contra corrupción” Sencillamente hilarante. El combate a la corrupción como herencia para el nuevo gobierno, dicho que no encuentra Estela de Luz que lo ilumine.

El secretario tiene valor y ofrece cifras: 50 mil servidores públicos sancionados; nueve mil burócratas inhabilitados o despedidos; 20 mil millones de pesos recuperados de las dependencias. No abunda sobre la esquizofrenia que hay entre las estructuras autorizadas (puesto burocrático) y las estructuras operativas (real), menos de la funcionalidad de tales estructuras. Tampoco hace mención al opaco mundo feliz de los fideicomisos con fondos públicos. Pero la entrevista no era para eso. Había que dejar el mensaje, aunque fuera en interiores, al presidente electo Enrique Peña Nieto.

La pregunta es ¿Lo dejó? Peña Nieto y el equipo de transición le creerán al secretario Morgan.

No es cuestión de creer, el próximo gobierno federal ha avisado con tiempo la puesta en marcha de una reforma administrativa. Lo rescatable será tomado en cuenta, la impostura de una burocracia de cuates, militantes y parientes, esa sí, no es reditable, por el bien de México.

Rafael Morgan Ríos, hay que decirlo, no es el principal responsable, simplemente recibía órdenes y poco se podía hacer con una dependencia que sirvió para atender ambiciones políticas personales, procurando las aguas quietas, el bajo perfil. Los malos hábitos de los que no tenían la preparación que los habilitara para el servicio público cundieron, la decisión unipersonal que tolera la ley la intercambiaron por la discrecionalidad y el abuso de autoridad. Lo que sí aprendieron es a darle uso a los abogados, no para confirmar el cumplimiento de la ley, qué va, sino para escamotear su cumplimiento. Y como el papel lo aguanta todo, documentos originales sustituibles, perfiles a modo para sentar en la nómina que originalmente estaba diseñada para un economista a un ingeniero civil, luego a un biólogo, con tal flexibilidad que hasta el diseñador gráfico se encontró en el paraíso presupuestal en la PGR (se acuerdan de la hermana de Chepina la candidata)

Después de todo, la entrevista citada produce ternura frente a la grosería que comunica la guerra en contra del crimen organizado. Requiebre, casi guiño para alcanzar el salvoconducto y zafarse de una administración que se desploma.

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