El contenido de una alocución, el residuo que difunde la
prensa. La tarea de exponer la nuez de una exposición, el riesgo de buscar la
impresión sobre las audiencias. Tres presentaciones de Enrique Peña Nieto y no
vale conformarse con lo que quiso decir.
Ejemplo. Frente a la reunión de
los 300 líderes, el presidente electo profirió: “El liderazgo efectivo no es
cuestión de discursos o de buscar ser querido; el liderazgo se define por los
resultados”. Tal vez no esté en el centro de un discurso el ser querido, para
eso funcionan mejor los spots o las revistas del corazón. El asunto es que el
discurso tiene valor por sí mismo en tanto mensaje o conjunto de mensajes que
quieren ser informados al público. El discurso trasmite propuestas, ideas,
proyectos, deseos, bla—bla—bla. Fundamentalmente, el discurso político nos trasmite mundos posibles, un sentido de la
vida pública, los arreglos que se proponen. Si se redujeran al ser querido
otros medios tendrían que utilizarse, creo yo, como presentarse en un programa
de televisión con gran audiencia.
El discurso político es más que persuasión
razonable, por considerar la democracia ateniense y los sofistas. El discurso
político es más que la palabra ritual del jefe en una sociedad tribal. Lo que
se dijo el lunes pasado no se queda en la búsqueda de resultados, esa cantaleta
la tenemos desde Vicente Fox y ya vemos qué resultados. Lo que se expuso ofrece
un orden muy concreto y secuencial, qué va primero qué va al final.
Afortunadamente se cuenta con la
difusión online que nos permite salir
del compendio periodístico. Ante los 300, Peña Nieto desgranó sus cinco
objetivos: Seguridad, con énfasis en la disminución de la violencia (Asunto de
Estado); afrontar el desafío de la pobreza, que significa reducir significativamente
la pobreza de nuestro país y combatir la desigualdad social (Asunto de Estado);
tercer objetivo, elevar la calidad, la cobertura y la equidad en la educación
(Asunto de Estado); cuarto objetivo, incrementar la tasa de crecimiento económico
en los próximos años (Asunto de Estado); el quinto objetivo es recuperar el
liderazgo de México en el mundo. “México debe permitirse que la relación con
América del Norte no sólo se signifique o tenga por centro el combate a la
inseguridad y el narcotráfico, pero que México pueda aprovechar esta vecindad
geográfica que tenemos con América del Norte para buscar una integración más
productiva.” (Asunto de Estado)
Si se dan cuenta, los tres primeros objetivos
son conditio sine qua non para
alcanzar los dos últimos. En los tres primeros se fortalece al Estado y sin
ellos no es posible el crecimiento económico sostenido y el liderazgo
internacional que se propone.
El mismo día, en otro foro, ante
los senadores de la coalición que lo llevó al poder, Peña Nieto entregó su
propuesta de ley para reforzar al Instituto Federal de Acceso a la Información.
Ni al caso redundar en lo que ha sido ampliamente difundido. Lo importante es
destacar lo que no fue resaltado y quedó en la penumbra: la reforma
administrativa. Así lo dijo:
“Que esta iniciativa deberá estar
acompañada también de lo que ya he anunciado: una reforma administrativa
inicial que nos permita darle rostro y conformar al nuevo gobierno con las
áreas de trabajo que realmente hagan frente a los retos y desafíos que tiene
hoy nuestro país.
“Es claro que hoy tenemos una
estructura administrativa, el aparato del Estado mexicano, que no
necesariamente responde a los desafíos y retos que México tiene. Y en este
ajuste está el de crear la Comisión Nacional Anticorrupción y hacer una reforma
administrativa, y, a partir de ello, dar paso a las distintas reformas de
carácter estructural que nuestro país requiere, y que además he comprometido y
he señalado, que ustedes conocen ampliamente, y que en su momento y en su oportunidad
habré de presentar.”
Tarea que requiere compactar o armonizar leyes. Lo que
tenemos en materia de administración pública es una arquitectura gótica, de
recovecos en fachada.
Finalmente, el tercer discurso,
el ofrecido un día después, el 11 de septiembre, en respuesta al documento que
presentó José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE. Peña Nieto afirmó: "He
planteado a los mexicanos un modelo económico de libre mercado, sí, pero con
sentido social". Lo que no dilucidó es si el desarrollo del mercado es un asunto
de particulares o de Estado. Allí se dijo que era el momento de acabar con los
pretextos, los cuales no se describieron. Así, va a ser difícil acabar con
ellos.
En los tres discursos hay una
continuidad reformadora, tan patente como la omisión que los atraviesa. No se
dice qué valores son pertinentes, menos se habla de su generación y difusión
social. Ese es ya otro tema.
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