miércoles, 26 de septiembre de 2012

El Golem de la reforma laboral


 

A como se ha venido construyendo la reforma laboral, sus creadores van a terminar horrorizados del producto. Un tema tan sensible como inconsulto en relación al principal afectado: el trabajador. No hay consulta, ni estudio –nacional y comparado- que le dé vigor a la propuesta y que forme una sólida justificación y exposición de motivos. De entrada, como iniciativa preferente no toca el artículo 123 constitucional y no se funda en una reglamentación previa. Es un capricho de los empresarios socialmente irresponsables.

Tenemos la costumbre de vender los actos reformadores con una envoltura fantástica de cornucopia. Y así nos ha ido. Dotamos a la legislación de poderes que la realidad luego no concede o son neutralizados por una decisión burocrática, autoritaria, como le ocurre a la actual Ley Federal del Trabajo.

Dos son los temas torales de la propuesta, uno se refiere a la vida sindical, el otro se refiere a los esquemas de contratación.

Por lo que se refiere a los sindicatos, la reforma sería capaz de armonizar, autonomía, democracia y transparencia, lo que significaría acabar con los sindicatos del corporativismo priísta y sus disidentes, con los sindicatos blancos y rojos. Como va la discusión eso no va ocurrir.

En relación al esquema de contratación, como diría el clásico Carstens, se facilitará la contratación y el despido, con ello se estimulará la inversión y el crecimiento económico. El obstáculo está representado por los derechos adquiridos de los trabajadores y sobre ellos hay que cargar el peso de la reforma. La mitología de los emprendedores e innovadores empresarios cae por su propio peso. El crecimiento económico no está directamente y únicamente soportado por el esquema de contratación. Por lo tanto la reforma no lo garantiza automáticamente.

Si se quiere crecimiento se requiere de inversión ¿cómo obtenerla? Se podría decretar la derogación de la Ley del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario y disponer de esos recursos para la inversión en infraestructura, en ciencia y tecnología, por ejemplo. También, si lo desean, los mismos empresarios mexicanos podrían reducir sus cuentas bancarias en el exterior, reducir la fuga de capitales, e invertir ese capital aquí mismo. Es claro que los impulsores de la reforma no quieren eso.

Que no se le dé más vueltas, el producto es previsible. Si se concluye la reforma laboral está significará una pérdida de derechos para los trabajadores y un apuntalamiento del statu quo sindical.

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