El candidato ganador -según las
cifras del Programa de Resultados Preliminares- está decidido a realizar las
reformas estructurales: energética, fiscal y laboral. Las tres juntas
constituyen una gran reforma económica. Una reforma que ha sido demandada por
los grandes empresarios representados en la llamada cúpula de cúpulas, el
Consejo Coordinador Empresarial, así como por
los organismos financieros internacionales, Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional. La decisión ha quedado planteada en el diario The New York Times y tiene su
publicación autorizada en El Universal.
No me queda duda de que se trata
de un mensaje dirigido al centro mundial de las finanzas y al gobierno más
poderoso del planeta, los Estados Unidos. Lo cual es evidente cuando en otro
tramo del breve artículo de Enrique Peña Nieto se refiere a la reelaboración de
la lucha en contra del crimen organizado y se dispone a darle un segundo aire
al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
En el texto también se anuncian
reformas más de corte social: la educativa y la seguridad social. Es obvio que
no tuvo el espacio para desarrollarlas y el texto aparece como las grandes
líneas donde se integrarán las promesas de campaña. Eso sí, dejó claro que “El
objetivo de su generación no es ideológico o clientelar sino liberar a los
mexicanos de la pobreza” y desde ahora hay que tomar nota.
Por un extraño eco delamadridista, que tiene amplio
registro en la caja de resonancia de nuestro presente deprimido, considero que
para llevar adelante un nuevo proceso reformador será necesario convocar, con
acciones y no con propaganda de fraseos ñoños, a una “Renovación Moral de la
Sociedad”.
No pretendo definir, ni mucho
menos dar prescripciones de moral. Me atengo a la séptima acepción que propone
el Diccionario de la Lengua Española: “Estado de ánimo, individual o colectivo”.
Creo que tendremos que renovar el estado de ánimo como colectivo nacional y no
es precisamente el mercado donde encontraremos un ánimo con nuevos bríos. Tres ámbitos
me parecen decisivos para la renovación
moral: el de la familia, el de la escuela y el de la administración pública.
La familia, núcleo de afecto y
sustento, ha sido devastada por las exigencias del mundo del trabajo y del
entretenimiento; la escuela, sin satisfacer las exigencias de la educación
básica -leer, escribir y contar, sin olvidar la adquisición de las virtudes
cívicas- es acosada por el gremialismo
que sólo persigue sus intereses, también por la iniciación a las drogas y la
violencia entre quienes deberían relacionarse como compañeritos; la
administración pública, no sólo es instrumento de la seguridad, sino como factor
que produce igualdad, está infestada por la corrupción desde los más altos
niveles.
Del empeño en estos tres retos
mucho dependerá el que los mexicanos enfrentemos con mejores ánimos las contingencias
de la vida cotidiana. Después de todo, para eso se quiere la democracia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario