miércoles, 4 de julio de 2012

Tres retos




El candidato ganador -según las cifras del Programa de Resultados Preliminares- está decidido a realizar las reformas estructurales: energética, fiscal y laboral. Las tres juntas constituyen una gran reforma económica. Una reforma que ha sido demandada por los grandes empresarios representados en la llamada cúpula de cúpulas, el Consejo Coordinador Empresarial, así como por  los organismos financieros internacionales, Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La decisión ha quedado planteada en el diario The New York Times y tiene su publicación autorizada en El Universal.

No me queda duda de que se trata de un mensaje dirigido al centro mundial de las finanzas y al gobierno más poderoso del planeta, los Estados Unidos. Lo cual es evidente cuando en otro tramo del breve artículo de Enrique Peña Nieto se refiere a la reelaboración de la lucha en contra del crimen organizado y se dispone a darle un segundo aire al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.

En el texto también se anuncian reformas más de corte social: la educativa y la seguridad social. Es obvio que no tuvo el espacio para desarrollarlas y el texto aparece como las grandes líneas donde se integrarán las promesas de campaña. Eso sí, dejó claro que “El objetivo de su generación no es ideológico o clientelar sino liberar a los mexicanos de la pobreza” y desde ahora hay que tomar nota.

Por un extraño eco delamadridista, que tiene amplio registro en la caja de resonancia de nuestro presente deprimido, considero que para llevar adelante un nuevo proceso reformador será necesario convocar, con acciones y no con propaganda de fraseos ñoños, a una “Renovación Moral de la Sociedad”.  

No pretendo definir, ni mucho menos dar prescripciones de moral. Me atengo a la séptima acepción que propone el Diccionario de la Lengua Española: “Estado de ánimo, individual o colectivo”. Creo que tendremos que renovar el estado de ánimo como colectivo nacional y no es precisamente el mercado donde encontraremos un ánimo con nuevos bríos. Tres ámbitos me  parecen decisivos para la renovación moral: el de la familia, el de la escuela y el de la administración pública.

La familia, núcleo de afecto y sustento, ha sido devastada por las exigencias del mundo del trabajo y del entretenimiento; la escuela, sin satisfacer las exigencias de la educación básica -leer, escribir y contar, sin olvidar la adquisición de las virtudes cívicas-  es acosada por el gremialismo que sólo persigue sus intereses, también por la iniciación a las drogas y la violencia entre quienes deberían relacionarse como compañeritos; la administración pública, no sólo es instrumento de la seguridad, sino como factor que produce igualdad, está infestada por la corrupción desde los más altos niveles.

Del empeño en estos tres retos mucho dependerá el que los mexicanos enfrentemos con mejores ánimos las contingencias de la vida cotidiana. Después de todo, para eso se quiere la democracia.

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