miércoles, 11 de julio de 2012

¿Tenemos futuro?




Me resulta intrigante y estremecedora la dificultad que experimenta una sociedad para tener mínimas certezas sobre su futuro, que no cuente con expectativas compartidas de un mañana promisorio. México no es el mismo de hace treinta años. Mejor o peor, es una cuestión que divide.

Si hablamos de las ventajas que hoy se tienen para hacer negocios es un punto relativo, depende como se mida. Si nos fijamos entre los que antes y después han salido exitosos en sus negocios o si medimos en términos de las miles de empresas formales que se han creado y las que realmente han sobrevivido  a la “competencia”. También se podría apreciar desde la perspectiva de las inversiones realizadas por la empresa privada y proporción con la creación de empleos bien remunerados que la población demanda.

Si hablamos de la democracia electoral, el cambio en las instituciones (autoridades) y de las reglas sigue en la senda de su perfeccionamiento, lo que no se ha reflejado en el prestigio de los partidos. Creo que la valoración por parte de la ciudadanía oscila entre el desinterés y el desprecio, en buena medida porque siguen existiendo mecanismos clientelares de obtención del voto y porque los partidos han quedado rebasados por los poderes fácticos, que hoy tienen más fuerza que durante la vigencia del pacto corporativo que emergió de la Revolución Mexicana. Todo un  retroceso al siglo XIX.

Si hablamos de libertad de expresión el cambio es notabilísimo, la censura prácticamente ha desaparecido del paisaje nacional. Pero si de derecho a la información hablamos, no está mejor informado quien no quiere o no tiene condiciones para estarlo. Paradójicamente, el riesgo de ejercer el periodismo es muy alto si lo medimos con la cantidad de asesinatos que han ocurrido en los últimos seis años. Y qué decir de la calidad de la información, el montaje, la espectacularidad, el escándalo, la ordinariez distorsiona la confiabilidad de la información, por no mencionar los obstáculos a la misión del Instituto Federal de Acceso a la Información.

En materia de justicia e igualdad social, que no son lo mismo pero tienen puentes que comunican y las hacen correr en paralelo. Mejor o peor, ahí está la fuente de la inconformidad, del malestar social, la prueba contundente del futuro aplazado por la persistencia endémica de la injusticia y la desigualdad.

México ha cambiado en las últimas décadas, pero no lo suficiente como para decir que el país está mucho mejor. El hecho de que la informalidad absorba mano de obra, de que los jóvenes que se han formado en los centros de educación superior no sean incorporados al mercado de trabajo para aprovechar sus habilidades, nos indica que algo no está funcionando y el Estado no puede ser omiso.

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