Desde que se efectuó la primera
alternancia en el año 2000, se percibió el abismo abierto entre el día de la
elección presidencial y la toma de posesión del presidente electo. El interregno obligado e instituido en la
ley que antes no se veía así, bajo el funcionamiento de un partido hegemónico
que ganaba de todas, todas. Instalado el pluralismo real, los puestos de
elección popular pasan con mayor regularidad de una fuerza política a otra,
vemos como el estado de Morelos será el primer estado de la república
gobernando secuencialmente por distintas formaciones partidistas, del PRI se
pasó al PAN y recién el PRD se hará cargo del gobierno de ése estado.
Otra de las pruebas que nos ha
deparado el pluralismo es la configuración del gobierno dividido, desde 1997 el
partido que accede a la Presidencia no cuenta con la mayoría legislativa para
sacar adelante sus propuestas de ley. Bien o mal, las leyes emitidas requieren
de mayor diálogo para la formación de consensos, aunque no pocas veces se trata
de arreglos incompletos que en el corto plazo de la coyuntura quedan dispuestos
para una nueva negociación, es el caso de las reformas políticas, por dar un
ejemplo.
Por eso es muy importante que el
titular del Ejecutivo que va de salida sea claro en sus mensajes y no dé lugar
a dudas de a quién le cederá el mando del gobierno federal. Ernesto Zedillo así
lo entendió, lo mismo ocurrió cuando Vicente Fox se preparó para entregar el
gobierno a un correligionario que no era de sus afectos.
Lo que se ha visto de parte de
Felipe Calderón y su partido, es un coqueteó de duda sobre las elecciones del
pasado primero de julio. Eso no le conviene al país de frente al conflicto
poselectoral que conduce Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores, con
miras a crear un conflicto constitucional de impedir la toma de posesión de
Enrique Peña Nieto. De ahí la recepción en Los Pinos del candidato que es el
virtual ganador, de acuerdo con el computo realizado por el IFE, la pasada noche
del martes 17 de julio. Lástima que sólo sirvió para la foto y un comunicado de
prensa que informa poco, como es la costumbre de los comunicados. Estamos en
ascuas del encuentro entre Calderón y Peña Nieto.
El actual Presidente no tiene que
dejar lugar a dudas. Él tiene la más alta responsabilidad, todavía. Calderón no
puede olvidar que hizo la recepción del mando de las instituciones gracias al
apoyo de su antecesor y a que el PRI no se hizo el desentendido. Y en una
elección con un resultado realmente cerrado, pese a que el gobierno federal del
PAN hizo todo de su parte para contaminar las elecciones. No menos importante
es la actuación del secretario de gobernación en la tarea de dar cauce
institucional a la protesta. Dar la cara y ser convincente.
La responsabilidad es del actual
gobierno.
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