La inconformidad que se expresa
como impugnación del resultado de la elección presidencial, nada más en ésta,
sugiriendo que en la concurrencia de elecciones que se dio este verano constató
una diferenciación del voto en doble calidad, uno pulcro y otro sucio, no tiene
método que lo demuestre. Sería más fácil en el caso de elecciones con carro
completo, donde desde la presidencia, las guberanturas y congresos en juego
hubieran quedado en manos de una fuerza política ganadora. No fue así. Lo más
cercano al carro completo se verificó en el Distrito Federal y esas elecciones
no tendrán impugnación mayor. Y, oh! Paradoja, la protesta es en contra de la
tercera fuerza política local, la que fue barrida por la izquierda en las
urnas.
Con precaución, cuidadosamente
diría yo, se tiene que apreciar el movimiento de los que protestan. La protesta
manifestada ha encontrado en el proceso electoral el marco institucional para
dar cauce a un malestar previo. Un malestar acumulado por decisiones
autoritarias y el insuficiente crecimiento económico de los últimos doce años.
Por qué se sube a la protesta poselectoral la comunidad de San Mateo Atenco,
por la torpeza e insensibilidad con la que se atendió el proyecto de un nuevo
aeropuerto para la Ciudad de México, una herencia de Vicente Fox. Por qué se
sube a la protesta poselectoral el Sindicato Mexicano de Electricistas, por la
torpeza e insensibilidad con la que se operó la liquidación de la Compañía de
Luz y Fuerza del Centro, malestar heredado de Felipe Calderón.
La protesta de los estudiantes,
de los jóvenes, tiene otra génesis. Por un lado, los estudiantes de educación
superior tienen una formación profesional en construcción que les permite
discernir, con otros criterios, lo que los medios de comunicación le proponen
como información noticiosa de la propaganda, saben que la neutralidad informativa
es dudosa en tanto que se trata de negocios, en la mayoría de los casos, que
representan intereses particulares específicos y lo que dicen no es de gratis;
más ampliamente, la inconformidad de los jóvenes, está relacionada con la falta
de oportunidades, ya para acceder a un trabajo o ingresar a un centro de
educación superior. Esto es, la falta de crecimiento económico sale a la calle
en forma de protesta poselectoral.
Hay desconfianza hacia las
instituciones, el actual arreglo que desmanteló buena parte del Estado del
Bienestar para sustituirlo por un orden del mercado dominante tiene sus
consecuencias. Generar confianza en beneficio de la actividad empresarial tiene
su desbalance de desconfianza para quienes no están favorecidos con ese arreglo.
La tarea del nuevo gobierno consistirá en crear nuevos equilibrios para superar
la desconfianza imperante.
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