El debate entre los
presidenciables no aportó novedad. Lo dicho previamente por los aspirantes a la
presidencia no dio mucho margen. El formato más de examen, o un spot de dos
horas si se quiere, o la reiteración de ataques puestos a circular de nuevo.
Eso sí, todos prometen el cambio, del cual ninguno logra hacer el boceto
siquiera. La verdad, con ver la primera exposición de cada participante estaba
dicho todo.
Los escenarios que se despliegan
después del debate son los siguientes:
A.
Las preferencias a favor de Enrique Peña Nieto
lo seguirán marcando como el puntero, pero ya no le bastará con administrar su
condición de favorito. La serie de spots ha tocado un límite después del
golpeteo recibido y necesita preparar un arsenal para responder con información
reciente a sus adversarios en el próximo debate. Demostrar que la corrupción es un mal
generalizado y ofrecer medidas creíbles para su erradicación. Darle más fuerza
a su propuesta económica, que no parezca más de lo mismo. Decir dónde estamos y
hacia dónde pretende llevar al país. Para que Peña Nieto gane tiene que darle
contenido a su comunicación: plantear acciones, mecanismos y metas a su
propuesta. Un tema que supuestamente tendría que liderar es el del medio
ambiente y al respecto el Partido Verde no le aporta nada.
B.
Visto que Josefina Vázquez Mota no levanta, su
opción de triunfo no está en sus manos, ni en las de Antonio Solá que sólo le
ha enseñado a escupir. Aquí la retención del poder para el PAN está en manos de
Felipe Calderón, quien mermado en la posibilidad pública y directa de meterse
en la campaña electoral ha montado un teatro alterno, fundado en su guerra en
contra del crimen organizado, encargado de mantener en la escena al miedo. Lo
vemos claramente en los sucesos sangrientos que no se han detenido, ni se han
investigado a fondo. Un contexto de terror paramilitar, que no guerrilla, que
opera en el vacío dejado por el aparato público de la seguridad. Al PAN le
conviene que la gente no salga a votar porque sabe que el rechazo a su gestión
de doce años será mayúsculo. El miedo es su aliado.
C.
El tercer escenario, el de la victoria de Andrés
Manuel López Obrador, se mantiene por la consistencia de señalar a la política
económica vigente como la fuente de muchos de los males que padecemos y nadie
se lo ha rebatido más allá de las recetas conocidas. Evasivo en las respuestas concretas, persistente en la
redundancia de su mensaje. Blofea en exceso con el tema de la honestidad y no
es suficiente deslindarse de los Bejarano, de los Ponce. Si no demuestra la
pureza de los integrantes de su escuadra, los visibles y los de bajo perfil,
que no se les pueda acusar de hacer negocios personales con recursos públicos.
Existe o no supuesto Talón de Aquiles, ahí se cifra la magnificación de sus
posibilidades.
Como se darán cuenta, el asunto no es lanzar un
veredicto sobre quién ganó el debate, sino indicar el curso de los
acontecimientos que confluirán en la decisión del primero de julio próximo.
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