El sábado por la mañana, en la
página de opinión del diario Reforma,
se publicaban las palabras ofrecidas por Enrique Krauze en agradecimiento por
el premio que recibió de parte de la Sociedad Interamericana de Prensa (Cádiz,
22-04-2012). Libertad amenazada era
el título de su alocución. En ellas describía la difícil situación por la que
pasa el ejercicio del periodismo en México, los crímenes de que han sido objeto
los periodistas en los últimos años. Como por prodigio de una perversa coincidencia,
ése mismo sábado 28 de abril, por la madrugada se cegaba la vida de Regina
Martínez. El domingo la prensa informaba sobre el asesinato de la periodista, ocurrido
en Xalapa, Veracruz. Corresponsal del semanario Proceso, Regina fue brutalmente asesinada en su domicilio.
Si como efectivamente propone
Krauze, la libertad está amenazada, el déficit de derechos se agiganta cuando
se tiene que reconocer con tristeza que la justicia está difunta. Los crímenes
en contra de quienes ejercen el periodismo quedan sin resolver porque la
justicia no los alcanza, está muerta. Ante la difunta (justicia) ya sólo se
está a la espera de la composición de su réquiem que nadie se atreve a
componer. Sería el reconocimiento del fracaso de las instituciones, de la transición
política que nunca concluyó y que sólo sirvió de Caballo de Troya para el
establecimiento del capitalismo salvaje.
La injusticia es lo que se
impone, vive perversamente a expensas de la justicia. No sólo se trata de los
crímenes irresueltos contra periodistas, es un poliedro fatídico. La justicia
que no llega como fiel compañera del combate al crimen organizado y sus más de
cincuenta mil muertos, así como sus desaparecidos y desplazados. Pero la
justicia tampoco llega para las familias que han sido afectadas bajo otras
circunstancias (Guardería ABC de Hermosillo, la mina Pasta de Conchos en
Coahuila, ni que decir del abandono de la justicia laboral o el sobrepeso
manejado en el trasporte de carga plenamente autorizado para bajar costos)
porque se ha adoptado un sentido de expoliación con el que se procura la
rentabilidad. Esta avalancha también sepulta a la justicia social.
Gane quien gane el primero de
julio, si no se le da vida a la justicia, se le hace palpable, cotidiana y
sostenida en el tiempo, sin interrupción y puntual, entonces la libertad bajo
amenaza pasará al panteón de los difuntos junto con la justicia. Estos son los
temas de fondo, más allá de las promesas y de las campañas sucias.
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