Se consume el primer mes del año
y la nota roja no deja de tener un sesgo amenazante para el lector. Mientras
que el gobierno dice que va bien, que está en el camino correcto y no se
detiene en la propaganda que así lo asegure. Mientras Jalisco, Michoacán,
Morelos, Nuevo León, Sinaloa y otros estados de la república siguen siendo
terreno de la aparición de descabezados, de fosas clandestinas, de
enfrentamientos entre bandas y de éstas con las fuerzas del orden. Y la
infaltable información sobre captura de peligrosos criminales que están a las
órdenes de los más malos, las más de las veces. No hay una explicación
convincente del mal, como sucedáneo se ofrece la versión ideológica de un
esmerado asesor presidencial sobre el tema. Eso es lo que produce Joaquín
Villalobos, ideología en el sentido de justificación del poder.
Lejos de generar tranquilidad,
sensación de alivio, el miedo es lo que se inocula al contrapunto entre la nota
roja y la propaganda oficial. Un miedo muy oportuno en este año electoral. La
hermana de Felipe Calderón insiste en la intervención del crimen organizado en
las pasadas elecciones de Michoacán, anclada en su derrota, no se detiene a
comentar la propuesta de su adversario político, el Partido Revolucionario
Institucional, sobre el blindaje necesario para que el multicitado crimen no
sea factor en las próximas elecciones del verano del 2012. Luisa María se
mantiene en la descalificación, actitud que parece ya marca registrada de su
partido, Acción Nacional.
Algo pasa con la información
gubernamental, que su propia propaganda no puede satisfacer en beneficio de la
tranquilidad. La Procuraduría General de la República le entró al quite con un
boletín del pasado miércoles 11 de enero de 2012.
“La Procuraduría General de la
República informa que, en congruencia con la política de transparencia
instrumentada por el Gobierno Federal respecto de la información derivada del
análisis del fenómeno delictivo, la sociedad está en posibilidad de consultar
la actualización de los datos disponibles al 30 de septiembre de 2011 sobre
homicidios que, por sus características, podrían haber ocurrido en el contexto
de rivalidad entre organizaciones delincuenciales.
“La referida información, que se
encuentra disponible en el portal electrónico www.pgr.gob.mx, consolida los
homicidios que bajo este concepto fueron hechos del conocimiento del Gobierno
Federal por las procuradurías y fiscalías de los estados. Ante lo cual, la PGR
ha desplegado todas sus capacidades técnicas y legales para coadyuvar a los
gobiernos estatales, en las investigaciones que conducen para la
identificación, localización y captura de los responsables, así como al acceso
a la justicia de los familiares de las víctimas.”
Y refrenda su compromiso: “La
Procuraduría General de la República reitera que, más allá del interés legítimo
de conocer estadísticas sobre el fenómeno delictivo, lo relevante es garantizar
que cada uno de los casos esté siendo investigado con la capacidad alcanzada
por las autoridades estatales, así como con el apoyo de la autoridad federal de
conformidad con su competencia legal.”
Pero perdón, tanta sinceridad de
la PGR no alcanza para superar la sensación de vacío informativo, aun cuando me
invite a seguir el link que contiene las estadísticas que soportan el boletín (http://www.pgr.gob.mx/temas%20relevantes/estadistica/estadisticas.asp)
No estoy satisfecho pues la
información no da respuesta a mi pregunta angustiante y que es de muchos: ¿De
dónde ha salido esta maldad exhibicionista? No encuentra consuelo. Me queda
claro el sesgo maniqueo del gobierno, la eterna lucha del bien en contra del
mal con la cual en otros tiempos se ha justificado la derecha radical. Por
ejemplo, no encuentro el punto anterior en el que los delincuentes organizados
estaban antes de su conversión por las actividades delictivas. Como si el
delincuente se diera por generación espontánea. Qué era de estas personas, no
han dejado de serlo pese a las brutalidades que cometen, cuál su historia de
vida previa: militares, policías, indocumentados, niños curtidos a golpes en la
casa, en el pueblo o en el barrio, tal vez lo contrario, fueron violentos desde
pequeños. Los datos no arrojan ese análisis.
Tampoco se puede uno conformar
con el supuesto gubernamental de que al crimen organizado se le dejó crecer y
alguien tenía que hacer algo al respecto, enfrentarlo como lo ha hecho el
presidente Calderón. De nuevo exclamo perdón ante la certeza de este argumento.
Crimen organizado ha existido en el pasado, pero la violencia y cantidad
eventos con la que se expresa es algo reciente. Ni de niño, ni de adolescente
lo vi. Es un fenómeno reciente, coincidente con el acceso del PAN a la
presidencia de la república, de manera destacada con el arribo del actual
gobierno. Hablo de coincidencia eh. También es coincidente con el abandono del
Estado social y con el acercamiento subordinado de México hacia los Estados
Unidos.
Siento que el gobierno ofrece datos
para justificarse y nos debe una explicación creíble, no politizada, sobre la
incidencia brutal del crimen organizado. Por eso, contrario a lo que afirma
Barack Obama, quien considera a Calderón un émulo de Elliot Ness, más bien se
parece al inspector frustrado en la aprehensión de los criminales, el personaje
de ficción cinematográfica Harry Callahan estelarizado por Clint Eastwood, que
pasa por encima de la ley y termina por hacer justicia extrajudicialmente
(Dirty Harry, 1971).
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