jueves, 19 de enero de 2012

El síndrome de Dirty Harry





Se consume el primer mes del año y la nota roja no deja de tener un sesgo amenazante para el lector. Mientras que el gobierno dice que va bien, que está en el camino correcto y no se detiene en la propaganda que así lo asegure. Mientras Jalisco, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Sinaloa y otros estados de la república siguen siendo terreno de la aparición de descabezados, de fosas clandestinas, de enfrentamientos entre bandas y de éstas con las fuerzas del orden. Y la infaltable información sobre captura de peligrosos criminales que están a las órdenes de los más malos, las más de las veces. No hay una explicación convincente del mal, como sucedáneo se ofrece la versión ideológica de un esmerado asesor presidencial sobre el tema. Eso es lo que produce Joaquín Villalobos, ideología en el sentido de justificación del poder.



Lejos de generar tranquilidad, sensación de alivio, el miedo es lo que se inocula al contrapunto entre la nota roja y la propaganda oficial. Un miedo muy oportuno en este año electoral. La hermana de Felipe Calderón insiste en la intervención del crimen organizado en las pasadas elecciones de Michoacán, anclada en su derrota, no se detiene a comentar la propuesta de su adversario político, el Partido Revolucionario Institucional, sobre el blindaje necesario para que el multicitado crimen no sea factor en las próximas elecciones del verano del 2012. Luisa María se mantiene en la descalificación, actitud que parece ya marca registrada de su partido, Acción Nacional.



Algo pasa con la información gubernamental, que su propia propaganda no puede satisfacer en beneficio de la tranquilidad. La Procuraduría General de la República le entró al quite con un boletín del pasado miércoles 11 de enero de 2012.



“La Procuraduría General de la República informa que, en congruencia con la política de transparencia instrumentada por el Gobierno Federal respecto de la información derivada del análisis del fenómeno delictivo, la sociedad está en posibilidad de consultar la actualización de los datos disponibles al 30 de septiembre de 2011 sobre homicidios que, por sus características, podrían haber ocurrido en el contexto de rivalidad entre organizaciones delincuenciales.



“La referida información, que se encuentra disponible en el portal electrónico www.pgr.gob.mx, consolida los homicidios que bajo este concepto fueron hechos del conocimiento del Gobierno Federal por las procuradurías y fiscalías de los estados. Ante lo cual, la PGR ha desplegado todas sus capacidades técnicas y legales para coadyuvar a los gobiernos estatales, en las investigaciones que conducen para la identificación, localización y captura de los responsables, así como al acceso a la justicia de los familiares de las víctimas.”



Y refrenda su compromiso: “La Procuraduría General de la República reitera que, más allá del interés legítimo de conocer estadísticas sobre el fenómeno delictivo, lo relevante es garantizar que cada uno de los casos esté siendo investigado con la capacidad alcanzada por las autoridades estatales, así como con el apoyo de la autoridad federal de conformidad con su competencia legal.”



Pero perdón, tanta sinceridad de la PGR no alcanza para superar la sensación de vacío informativo, aun cuando me invite a seguir el link que contiene las estadísticas que soportan el boletín (http://www.pgr.gob.mx/temas%20relevantes/estadistica/estadisticas.asp)



No estoy satisfecho pues la información no da respuesta a mi pregunta angustiante y que es de muchos: ¿De dónde ha salido esta maldad exhibicionista? No encuentra consuelo. Me queda claro el sesgo maniqueo del gobierno, la eterna lucha del bien en contra del mal con la cual en otros tiempos se ha justificado la derecha radical. Por ejemplo, no encuentro el punto anterior en el que los delincuentes organizados estaban antes de su conversión por las actividades delictivas. Como si el delincuente se diera por generación espontánea. Qué era de estas personas, no han dejado de serlo pese a las brutalidades que cometen, cuál su historia de vida previa: militares, policías, indocumentados, niños curtidos a golpes en la casa, en el pueblo o en el barrio, tal vez lo contrario, fueron violentos desde pequeños. Los datos no arrojan ese análisis.



Tampoco se puede uno conformar con el supuesto gubernamental de que al crimen organizado se le dejó crecer y alguien tenía que hacer algo al respecto, enfrentarlo como lo ha hecho el presidente Calderón. De nuevo exclamo perdón ante la certeza de este argumento. Crimen organizado ha existido en el pasado, pero la violencia y cantidad eventos con la que se expresa es algo reciente. Ni de niño, ni de adolescente lo vi. Es un fenómeno reciente, coincidente con el acceso del PAN a la presidencia de la república, de manera destacada con el arribo del actual gobierno. Hablo de coincidencia eh. También es coincidente con el abandono del Estado social y con el acercamiento subordinado de México hacia los Estados Unidos.



Siento que el gobierno ofrece datos para justificarse y nos debe una explicación creíble, no politizada, sobre la incidencia brutal del crimen organizado. Por eso, contrario a lo que afirma Barack Obama, quien considera a Calderón un émulo de Elliot Ness, más bien se parece al inspector frustrado en la aprehensión de los criminales, el personaje de ficción cinematográfica Harry Callahan estelarizado por Clint Eastwood, que pasa por encima de la ley y termina por hacer justicia extrajudicialmente (Dirty Harry, 1971).




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