miércoles, 25 de enero de 2012

Bajo la superficie





Antes de que despeguen formalmente  las campañas del 2012, el proceso tiene varias etapas hay que recordarlo, cualquiera del público puede estar perfectamente confundido. Indistintamente, precandidato y candidato “presidencial” son sinónimos en tanto nos referimos a aspirantes al máximo cargo de gobierno de este país. Hay una zona de claroscuros que tiene un nombre: forcejeo. La disputa por las candidaturas para el conjunto de los puestos de elección popular forma un claroscuro o son parte de él.



En la semana se ha comentado hasta la saciedad la cancelación voluntaria de la alianza entre el PRI y el PANAL, que se hizo pública el viernes pasado por la noche. Y las cosas que se han dicho son un monumento a la contradicción. Que si la ruptura es real o ficticia, que si el afectado es un partido o el otro, incluso se habla de porcentajes de los “votos” posibles que pierde Enrique Peña Nieto. Especulación.



En el PAN, el debate de sus precandidatos está afectado por la “supuesta” intervención de Felipe Calderón con el ánimo dejar su huella en la consulta interna. Si no es Cordero irá por una Josefina sometida. Nunca por Santiago Creel. Hasta cabría la opción de candidato sustituto. Roberto Gil Zuarth como el Zedillo del PAN.



Inédita es la concordia que se  da dentro de las izquierdas con la postulación de Andrés Manuel López Obrador, quien se da el lujo de corregir su actuación de las elecciones del 2006 y aparece como el amigo de los empresarios. Tan desahogada parece la actuación de AMLO que se da la libertad de ir desgranando los nombres de su gabinete. Tanta suficiencia es cautivadora frente a la repugnante rebatinga que ofrecen sus partidos rivales.



En el fondo, la mayoría de los ciudadanos no sabemos qué está pasando y los medios, incluidas las redes sociales, son parte de la bruma más que de la claridad. Todo el día se emiten mensajes de por quién votar o no votar. Se pierde tiempo en la descalificación y en el escarnio, poco se hace por formar un compromiso nacional que trascienda a las mismas fuerzas políticas. No se hace el planteamiento simple, para el dominio público: dónde está el país y hacia dónde se quiere conducirlo. Se toma la salida falsa de las reformas. No se ha terminado de digerir el ciclo de reformas que inició Carlos Salinas de Gortari y se clama por más reformas.



Hace falta mucha imaginación para sortear pacíficamente este año 2012. Pensar no sólo en el planteamiento económico, como lo sugiere Guillermo Ortiz, ahora directivo de Banorte y empleado de Roberto González Barrera. Padecemos un orden económico que se distingue por ser muy eficiente para concentrar la riqueza, tanto como por su incapacidad para generarla sin ahondar las desigualdades.


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