En el deporte nacional de la
sucesión presidencial, la izquierda partidaria ha dado el primer paso. De
acuerdo al procedimiento convenido, de seleccionar al aspirante de la izquierda
mediante encuestas, se ha erigido a Andrés Manuel López Obrador como su
propuesta única a registrar en calidad de candidato por la presidencia ante el
Instituto Federal Electoral.
Como en todas las fuerzas
políticas, hay de todo y no merecen que se meta las manos al fuego por ellas,
salvo para preservarlas como instituciones del régimen democrático frente al
imperio impúdico de la fuerza o la acción descarnada de los poderes fácticos.
No tiene caso reproducir aquí el
estereotipo del maligno que se ha construido sobre AMLO pues hay material en
exceso.
Si se hace a un lado la
descalificación, uno tiene que preguntarse por qué López Obrador repite como
candidato de la izquierda, más allá de los dichos fóbicos que sus adversarios
han creado sobre su persona entre la ciudadanía.
Cuenta la larga marcha que inició
desde que fue declarado no vencedor por el Tribunal Electoral. Del otoño del
2006 a la fecha, AMLO no ha dejado de recorrer el país. Cuenta la promesa, el
guiño, de no actuar como el ogro de la inversión privada. Pero para mí, lo más
decisivo que avala una segunda postulación por la presidencia del Macuspano es
su persistencia por atender la deteriorada vida material de los mexicanos,
deterioro que ha sido detonante de la crisis de seguridad que hoy vive el país.
Lo que hoy pone a López Obrador
ante una segunda oportunidad es el fracaso del neoliberalismo como cornucopia.
Si el mercado hubiera desplegado las bondades que se le atribuyeron otro sería
el cantar de la izquierda. Hoy, lo sabemos, hasta sectores del empresariado
están cansados de tanto neoliberalismo. Existe un México más desigual, donde
las instituciones públicas son disfuncionales y están a merced de las grandes
empresas pues el gobierno se ha convertido en su oportunidad de negocio por
excelencia. Un México donde antes se controlaba a los poderes fácticos y ahora
éstos someten a las instituciones nacionales.
AMLO ha dado con el tema que va
guiar la contienda por el 2012, lo que no quiere decir que él tenga las
soluciones. Nada más se deslinda del manido recurso de convocar a las reformas
estructurales y ofrecer más de lo mismo.
Somos testigos de cómo el
neoliberalismo está dislocando a la Unión Europea, al grado de tumbar tres
gobiernos Mediterráneos si incluimos el de José Luis Rodríguez Zapatero. Vemos
como renace Argentina después del horror de “el corralito” financiero y de la
exhibición de imágenes de la hambruna entre su población, allá por el año 2001.
Con esta definición de la
izquierda, la ciudadanía queda a la espera de que se corra el velo entre las
otras fuerzas políticas contendientes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario