La violencia ya endémica que padece México, fue desatada por una política anticrimen que parece alentarla pues si realmente fuera efectiva hablaríamos de un efecto reductor de las actividades criminales, le ha quitado tranquilidad y ambiente festivo a los procesos electorales. La avanzada fueron las competencias electorales de Guerrero, Durango y Tamaulipas.
La violencia criminal que se expande por el territorio nacional es contexto inseparable de las elecciones por venir en Coahuila, Estado de México y Nayarit. A penas el lunes pasado comenzaron las campañas para elegir gobernador en cada una de esas entidades de la república, en cuarenta y cinco días los candidatos verán culminados sus esfuerzos y sabrán hasta donde llegaron sus propuestas en el veredicto de las urnas. A los candidatos y a los partidos que los impulsan, les corresponde poner la dosis de civilidad suficiente para que los comicios no se vean opacados por la violencia ¿Estarían dispuestos a pactar las garantías de campañas propositivas o están dispuestos a ensuciar el proceso? Honrar las elecciones o hacerse eco del miedo que propagan los violentos. Ese es el dilema a despejar de manera inmediata, sin dilación.
Es inquietante que periodistas que conocen las entrañas de la política en México, como Beatriz Pagés y Antonio Navalón, pongan a disposición de sus audiencias hipótesis que circulan y se refieren a la cancelación de las elecciones en Michoacán (a realizarse el 13 de noviembre de 2011) si el crimen organizado -oficialmente debilitado- se decide a encarecerlas. Pues si eso sucediera en Michoacán, que tanto es conjeturar ese escenario para las elecciones presidenciales del 2012. Y si así se pusieran las cosas la invitación a decretar el Estado de excepción estaría justificada. Es ya el sondeo de una eventualidad contraria a la transición democrática.
Será la cancelación de procesos electorales un logro de los que anhela cacarear Felipe Calderón, mantener el final de su “gestión” en el sostén de la suspensión de garantías. Qué hace el Licenciado Calderón para restablecer la paz perdida. Viajar por el mundo sin ton, ni son. Incitar a los servidores públicos a constituirse en propagandistas, que para la mayoría de ellos es una función extraña, distinta a la que fundamentó su nombramiento legal como funcionarios. Qué está haciendo Calderón, abanderar, conducir las campañas políticas de su partido ¿Eso contribuye de algún modo a recuperar la paz perdida? O se quiere enredar, como ya se ha hecho en otros procesos, la lucha contra el crimen organizado con las deliberaciones electivas de los ciudadanos. Desde el gobierno federal ya se ha ensayado con operativos judiciales dirigidos a los adversarios políticos, también se han valido de filtraciones. Más que una tentación, Calderón está persuadido por la propia experiencia que no se ceñirá a las prescripciones legales con tal de derrotar, a la mala, a sus oponentes políticos.
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