- No hay que darle vueltas, la marcha nacional del domingo 8 de mayo, por la Paz, la Justicia y la Dignidad, fue un reclamo sin rodeos a la sociedad política (gobierno y partidos) que le hizo la sociedad civil lastimada por la violencia del crimen organizado. Violencia que lejos de contener y reducir, el gobierno de Felipe Calderón la ha expandido.
- Por qué sentirse sorprendidos –algunos- de que la marcha se haya dirigido en contra del gobierno, de los partidos. Esperaban acaso un mitin de apoyo incondicional a las autoridades, pero porqué tal ilusión.
- Y luego se sorprenden por el hecho que los organizadores de la protesta hayan formulado una agenda política. Bueno, si no la hubieran planteado se les hubiera reclamado la falta de propuestas. Lo sorprendente es la falta de reflejos de la sociedad política para ponerse a la altura del reclamo civil. Lo que no tiene madre es querer responsabilizar a la sociedad ¿Quién tiene el mandato de protegerla? ¿Quién recibe bonos de riesgo por la inseguridad?
- Lo penoso es el alto grado de alienación de la sociedad política respecto de los ciudadanos. Eso sí debía preocupar pues da cuenta de en qué manos estamos. Las respuestas de Blake, Calderón y Poiré, también de los líderes partidistas, fue de alcance corto, digna de una clase política que sólo existe en función del presupuesto.
- Les indigna que se haya solicitado la renuncia de Genaro García Luna, eso fue lo único que se les grabó del discurso de Javier Sicilia, lo demás no se analizó. Un discurso con una matriz filosófica y cristiana sobre el que explayó su dolor y el de muchos. Se puede o no estar de acuerdo.
- Este contenido discursivo de fe religiosa le dolió al presidente Calderón, pues familias con las que comparte la misma fe participaron en la protesta. Lo que debería saber Calderón, a lo mejor ya lo sabe, es que entre estas familias lo llaman “Lipe” porque ya le perdieron la Fe.
- Cómo les va a explicar Felipe Calderón a sus hijos que en 1998 salió a la calle con su familia a exigirle seguridad al entonces presidente Ernesto Zedillo, y ahora que es él presidente, es solicitado a que atienda el reclamo popular.
- Es evidente que en los medios no se le da la exposición que merece la opinión de la sociedad civil en comparación a la que se le brinda al gobierno. Es claro que no es lo mismo 1968 y 2011, ayer fueron centenas de muertos, hoy se cuentan por miles.
- El divorcio entre la sociedad civil y la sociedad política es demostración del papel que juega el sistema electoral, su calidad deficiente pues está sometido a los intereses de la radio y la televisión. Todos los políticos, la mayoría de ellos, prefieren rodearse de cámaras y micrófonos que tener interlocución directa con los ciudadanos.
- Lo que las élites no le perdonan a los organizadores de la marcha es que esta se realizó como una movilización sin acarreados. La intermediación de las corporaciones no fue necesaria.
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