sábado, 5 de marzo de 2011

Que se quede



Caramba, el tema más candente de la reunión entre los presidentes de Estados Unidos y México fue el malestar de Felipe Calderón por la actuación del embajador Carlos Pascual. Cosas de la comunicación y las formalidades diplomáticas, el asunto no fue tratado en la presentación conjunta que hicieron ambos presidentes a los medios. El enojo personal de Calderón no tuvo satisfacción, pues ayer mismo el Departamento de Estado ha declarado que Pascual no será removido de su cargo por la sencilla razón de que le es útil a Obama y su diplomacia.


Que se quede el embajador norteamericano y nosotros los mexicanos lo apoyamos para que nos tramite asilo político. Que se quede a liar con Calderón. Que se pongan a libar o a pintarse las uñas, lo que más prefieran. Solitos los dos.


Después de esta quinta reunión entre ambos presidentes, se confirma y queda claro que en estos intercambios la voz de México no es emitida y, consecuentemente, pasa inadvertida para la audiencia. La voz que se escucha es la de un empleado al servicio del gobierno de los Estados Unidos, es la voz de un vendedor de las gangas que pueden encontrar los inversionistas norteamericanos.


Qué quisiera uno hacerse de otra opinión, a fin de cuentas se trata del actuar del Presidente de mi país, persona que cada día que pasa se confirma como una vergüenza nacional.


No hay manera de encontrar una constancia de que el malestar de Calderón en contra de Carlos Pascual, expuesto a los medios aquí y allá, se reflejara en el portal electrónico de Los Pinos, menos en una solicitud oficial. Se trató de un asunto de carácter personal y privado: el berrinche de Calderón por las filtraciones que hizo WikiLeaks a los notas de la embajada sobre las capacidades de la administración federal mexicana para combatir el crimen organizado. Berrinche que a final de cuentas no fue suficiente para modificar el trato del gobierno estadounidense hacia México, pues para eso se tiene que partir de abordar temas concretos de la relación bilateral. En las diferencias entre empleados el patrón no se deja influenciar por el berrinchudo, a menos de que ...


De la reunión, nada relevante se obtuvo para una renovada consideración del gobierno de Estados Unidos hacia los migrantes mexicanos. Declaraciones sin mayores consecuencias a la dignidad de los trabajadores. Los elogios mutuos se prodigaron alrededor de la lucha común y desigual al crimen organizado y el narcotráfico. Temas, ambos, que se empequeñecen si se les considera como asuntos de orden binacional. Migración y crimen organizado son parte de la agenda global que no van a resolver Calderón y Obama con sus reunioncitas.


Mientras, en Washington se trama el nuevo reparto de México, sus modalidades y especificaciones. Aquí, las balaceras siguen con su estela de muertos y una familia juarense, la Reyes Salazar, mejor pide asilo político ante lo insostenible de su situación en su propia tierra, ya que si no hay seguridad la cosa se pondrá peor, pues los recursos se destinarán a proteger a los agentes norteamericanos que operan en el país según hizo público Felipe Calderón.

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