No es propósito desacreditar al Instituto Federal Electoral. Son las ganas de no marearse con el incienso que se ha prodigado alrededor del Instituto. Son las ganas de hacer de la crítica un medio para mejorar la consecución de fines democratizadores. Está claro.
La pluralidad y la alternancia son activos con los que el IFE ha contribuido a la sociedad mexicana. Se reconoce. ¿A qué costo? No me referiré al presupuestal que es muy alto. Más bien me referiré a la afectación de los principios de legalidad e imparcialidad que se torcieron en el 2000. Y esto viene a cuento por la declaración que hizo la víspera Carlos Salinas de Gortari, de reciclar la manida tesis de que alternancia es prueba de la democracia. El mismo argumento que justificó el ascenso de un arlequín llamado Vicente Fox y el inicio de una nueva década perdida para el país.
En el año 2000, la alternancia se ofreció como demostración de que la democracia electoral imperaba en el país. El milagro de sacar del Poder Presidencial al partido hegemónico. Lo cierto es que ese milagro recurrió a la aparente apatía de Ernesto Zedillo, entonces Presidente, y al activismo destacado de los poderes fácticos. En la escena se puso el escándalo de los Amigos de Fox y posteriormente se colocó el del Pemex Gate. En uno se acusó al PRI de recibir dinero para su campaña a través del sindicato petrolero, hecho que no se comprobó pues ante la PGR no se pudo demostrar –lo que no quiere decir que no haya ocurrido- pero una cosa es la realidad y otra el curso del procedimiento judicial (Se entiende porque florece la impunidad en este país) Eso sí, los dichos fueron suficientes para multar al PRI y deslegitimar cualquier intentona de cuestionar el “triunfo” del PAN.
En cambio, en el caso de los Amigos de Fox, se documentó que la campaña del llamado Abajeño se surtió con recursos del exterior, lo cual está prohibidísimo y con sanciones que llegan a la perdida del registro para el partido que se los allegue. Qué sucedió: no se sancionó al PAN como se debía.
En la elección federal del 2000, el IFE faltó a los principios de legalidad e imparcialidad. Esos hechos constituyen el trauma de la pubertad del IFE que nos explican su deterioro actual. Mientras más se trate de ocultar ese trauma, más se desviará de sus fines el Instituto.
Bueno, tan se enchuecaron las cosas en el IFE que Consejeros electorales que se reputaban de ciudadanos, es decir, no partidistas, al salir de su compromiso con facilidad se integraron al PAN y han formado parte de su gabinete en el gobierno. Las iniciales son conocidas: Santiago Creel, Juan Molinar Horcasitas y Alfonso Lujambio. No hubo pudor de por medio para ocultar la parcialidad.
Si realmente se quiere festejar el aniversario de la fundación del IFE es momento de reiniciar la democracia, reconfigurar y aplicar Ctrl+Alt+Supr. No tomar de nuevo el señuelo de la alternancia que pasa por encima de la legalidad y la imparcialidad. La alternancia es para mejorar y lo que hemos vivido en México es un retroceso.
Las instituciones electorales son perfectibles y su mejora incluye a los partidos.
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