Terminó el mundial de futbol y las ilusiones promovidas dejaron a un Felipe Calderón derrotado. Ni pío dijo, pues el fracaso del equipo mexicano se traga en solitario. Futbolero presidente no pudo sacar mayor raja, tempraneramente salió de ese tema y se dedicó de tiempo completo, ya en otra grama, a fungir como jefe de campaña de su partido, Acción Nacional, en las elecciones locales de catorce estados ya comentadas. Los resultados mixtos impiden hablar de un ganador absoluto, hecho que no tendría mayor importancia si la competencia por ganar el 4 de julio pasado no hubiera estado cargada de encono y descalificación. El tema no es quién ganó, sino como se van a sentar las fuerzas políticas para remontar la precaria gobernabilidad del país resultado de una estrategia oficial defectuosa en contra del crimen organizado y el descuido de todos al incurrir desde los puestos públicos a mantener campañas permanentes por puestos ejecutivos y cargos de representación popular.
Con la división de las fuerzas políticas el beneficio colateral es para el crimen organizado que no encuentra un bloque de fuerzas políticas que le haga frente. Paralelamente, la economía no ofrece a la mayoría de los jóvenes actividades formales bien remuneradas. Al tiempo que la sociedad por sí misma no logra fortalecer mecanismo de ayuda para contrarrestar el aumento de las adicciones. Si con trabajos se tienen estimaciones periódicas de los decesos violentos que ocurren a diario en el país en la lucha por el control del territorio entre los criminales y las fuerzas del orden, se carece de un conteo público que informe sobre la agregación de individuos al universo de las adicciones.
No basta poner la jeta por el malestar que produce la confrontación de una psique terca y la realidad, cara descompuesta por el arrebato que genera integrar y conducir un equipo de trabajo o adentrarse en el futurismo de querer orientar la sucesión presidencial. El tiempo no alcanza para amalgamar el capricho, dirigir al gabinete y moldear el 2012. No le alcanza a Felipe Calderón y tendrá que decidirse por mostrar públicamente la ruta hacia el restablecimiento de la convivencia del país que quedó rota con su llegada al poder. Que no diga que las cosas están como están porque el sí se decidió a combatir al crimen organizado, sino que tomó esa opción para desenfocar la desarreglada manera de asumir la presidencia. Es el vicio de origen de la actual gestión federal.
La violencia es en el actual tiempo mexicano cotidianidad, no se reducirá con el concurso exclusivo de las llamadas fuerzas del orden. La violencia sigue ahí, colgada de un puente , como lo muestra la gráfica difundida por proceso.com.mx. y que corresponde a la madrugada de hoy.
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