miércoles, 3 de junio de 2009

La pureza



La lucha contra el crimen organizado se ha convertido en el santo grial que busca la gestión de Felipe Calderón para legitimarse desde la sede del Ejecutivo federal. Una acción que ya se ve desarticulada de la política económica y social: los temas del empleo, de la economía, del bienestar de las familias, prácticamente han desaparecido de las campañas del Partido Acción Nacional.

La dupla gobierno-partido ha hecho su apuesta en las acciones de seguridad. Uno y otro se complementan para hacer el uno-dos que se practica en el boxeo. Ese uno-dos que antaño practicaron los gobiernos del PRI y que todo partido llegado al gobierno procura realizar. Que nadie se considere sorprendido, que nadie se sienta ofendido.

El asunto es por cuanto tiempo se puede sostener esa posición del PAN-gobierno. Cada día se va desgastando el argumento de echarles la culpa a los gobiernos del pasado pues no fija fecha al pasado que se critica. De 2006 para atrás, de 2000 para atrás. Absuelve o no a Vicente Fox. No tienen nada que ver con el pasado Eduardo Medina Mora y Genaro García Luna, también Guillermo Galván Galván y Francisco Saynez Mendoza.

Estamos ante una definición maniquea: nosotros los buenos, ustedes los malos. ¿De veras ya se limpió la casa del Ejecutivo federal y del PAN? Podrían certificárnoslo, o sea otorgarse patente de pureza, de no contaminación con el crimen organizado. A la sociedad le gustaría estar convencida de tener a las mejores autoridades federales. Pero la gente no es tonta o no por tanto tiempo.

El presidente Calderón puede asegurar que el control federal implícito en el sistema de aduanas es eficaz contra el trasiego de armas y sustancias prohibidas, que los puestos fronterizos, los puertos y los aeropuertos son barrera inexpugnable contra el crimen. Podrá convencernos que se trata de un asunto doméstico de funcionarios y policías, pertenecientes a municipios y estados entregados al crimen organizado. Servidores públicos traidores a México. Ha hecho algo el gobierno de Barack Obama para detener el tráfico de armas o le tiene respeto a la Asociación del Rifle. Álvaro Uribe, el presidente colombiano que se lleva de a compadre con el de México, ha erradicado la producción de coca en su territorio y, consecuentemente, su exportación a otros países.

Las interrogantes se acumulan, también las ejecuciones. Los medios y la propaganda gubernamental no disipan los datos negativos sobre el incremento de la inseguridad y de las adicciones que se están combatiendo con valentía y eficacia.

En un país sin cohesión política entre sus líderes, sin desarrollo que mitigue las desigualdades sociales, la guerra puede ser un medio para la unificación, pero no el mejor medio y no para siempre. Menos cuando es un conflicto interno. Sólo las reglas claras del estado de derecho son fuente de estabilidad y paz. Son reglas las que están faltando o que están siendo desconocidas, para el caso es lo mismo, y que ayer echaron de menos los gobernadores de oposición en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad.

La pureza no puede ser el criterio que relacione y divida a los mexicanos. Esgrimir ese criterio es una trampa para el mismo PAN gobierno. Pureza no comprobada resulta fariseísmo y agiganta las contradicciones entre lo que se profesa y lo que se hace.

Y lo más patético, el santo grial nunca se encontró.

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