La entrevista que se le hizo al secretario de gobernación, que se refirió en el comentario anterior, ha sido el anuncio del no retorno y la profundización de la escalada del gobierno federal y el PAN en contra de sus adversarios institucionales. Envuelto en la lucha contra en la inseguridad ha quedado atrapado el proceso electoral. Fernando Gómez Montt sugirió: no se hagan bolas, la seguridad es prioridad sobre los social y lo económico. Es una guerra sin fin en la que se ha enrolado el gobierno, a la que le faltan las armas de la cohesión política y social, para la cual no es suficiente un alfombra roja con la farándula. No es sólo coerción secretario de gobernación.
Desde ese momento un secreto estaba por develarse, el despliegue del operativo federal del martes pasado en contra algunos presidentes municipales y funcionarios estatales del estado de Michoacán. Un operativo que no aclara su proceder legal y al no hacerlo lo encasilla como parte de la contienda electoral en curso. Operativo frente al cual Felipe Calderón se ha mantenido en silencio, ni siquiera le tomó la llamada al gobernador Leonel Godoy, que lo es de su estado natal. Y si la legalidad no ha quedado sustentada, y ha sido peor esgrimida, entonces la supuesta valentía presidencial desaparece y queda expuesto el presidente como un golpista. Un retroceso democrático.
Simultáneamente, la prioridad de la “guerra” al crimen organizado ha servido de parapeto para que las autoridades hacendarias y quien las puso no quieran poner dentro de la agenda nacional, que hoy se viste de electoral, el tema de la economía. Se les cayó la economía y no sólo por causas externas, sino por diagnósticos equivocados (Rogelio Ramírez de la O en El Universal) sólo para surtir una confianza sin datos reales sobre la fortalece de la economía mexicana.
Desde hace ya más de dos años se alimentó la especie de una economía fuera de riesgo. Se llenó de mentiras y ahora que la realidad nos alcanza tampoco se atreven a reconocer la gravedad de la situación. Se dice, sin demostrarlo, que la crisis ya tocó fondo, lo contrario es ser catastrofista. Será lo que sea, pero el mismo gobierno se encargó de liquidar su credibilidad en materia de manejo de la economía.
Felipe Calderón se ha instalado en un esquema de guerra, de raíz religiosa y de derecha radical, de metas absolutas y nulos resultados, salvo que la destrucción y la desolación sea lo esperado por él. El presidente Calderón nos ha convocado a lo abisal y sólo cierta manipulación mediática está dispuesta a secundarlo: “siga valiente”, “la única campaña efectiva es la del PAN” “la partidocracia está sepultando al sistema”. Los que ayer indignados afirmaban que la reforma electoral se hacía contra la libertad de expresión la realidad les ha demostrado que no es así -la libertad de expresión tiene otras amenazas que permanecen impunes. Vemos como desde los medios con toda libertad no ha habido capacidad para detener la conflagración. Se es complaciente con la polarización promovida por Acción Nacional haciendo giros informativos que le hacen campaña a favor. Como si la gente fuera tonta.
Lo único que se está generando con este ambiente pincelado es una orientación ciudadana de abstencionismo que ya es corriente de opinión ampliamente divulgada. Se especulan modalidades de abstención que se reducen en el no voto y el voto en blanco. Todos los esfuerzos por hacer un sistema electoral creíble están por los suelos. Precisamente al punto anterior a 1977. Es otro retroceso.
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