Hace tiempo que la crispación se ha convertido en el ánimo distintivo de nuestro país. En esa actitud se ha demolido la unión que nos era conspicua. Todo lo que apeste merece circular velozmente en los medios, en un afán de solazarnos con lo podrido. Ni entre nosotros nos soportamos, es una conclusión que se desprende de las noticias y de su recepción, pero antes que ser noticia es enfermedad establecida en el trato social, contraída por la tolerancia a la impunidad y la inveterada injusticia que nos divide entre privilegiados y segregados.
La desunión no ha sido resultado de abrir cauces a la competición electoral, sino de la complacencia con la guerra sucia que es fuente de desunión. Nadie lo representa tan bien este ánimo de guerra de lodo como Carlos Ahumada, aunque no sea el único ejemplo, Antonio Sola, Germán Martínez, Vicente Fox, también son ejemplo. El caso es que el libro de Ahumada –Derecho de réplica- en el que describe su trato truculento con los políticos ha sido material noticioso más que de lectura. Leña para la hoguera de la crispación.
La desunión no ha sido resultado de la apertura comercial, sino de la codicia que se ha elevado al nivel de virtud cívica. Ese enaltecimiento que no tiene asideros para lo bueno, pues eso de querer valorar la vida de una nación bajo el canon empresarial nos ha llevado al desprecio de los derechos sociales, que mal se aviene con un sentido mañoso de la caridad que tienen los grandes empresarios y que se disuelve con la solicitud de reducción de los impuestos que tienen que pagar permutándolos por sus actos de caridad. Tenemos un libre comercio al cual le estorba el Estado de derecho, las denostadas regulaciones.
La desunión viene acompañada con el debilitamiento del laicismo, disminuido por el protagonismo de la jerarquía católica que entiende la libertad religiosa no como un bien de los ciudadanos, sino como un derecho exclusivo de la iglesia para intervenir en las decisiones del Estado. ¡Cómo procuran nuestros gobernantes, de cualquier partido, el visto bueno que les conceda la clerigalla de élite!
Para mala fortuna del actual gobierno, el reconocimiento de la recesión económica tira por los suelos las fantasías del barco de gran calado. La caída de la economía contribuye al ambiente la crispación. Y lo que es tener el santo de espaldas, la contingencia de la influenza ha representado un factor de unión entre los mexicanos, por torpeza o falta de oficio de Felipe Calderón se ha trasformado en crispación de las relaciones de México con China y con varios países latinoamericanos.
Total, nada de lo ofrecido en la campaña presidencial por el candidato ganador, según la dictaminación hecha por el Tribunal electoral, corresponde a la realidad actual. El destino le ha deparado a Calderón una presidencia amarga. En todo este listado, la desunión tiene su instrumento político institucional, se llama Partido Acción Nacional. Ojalá que en las campañas que hoy corren rumbo al 5 de julio, todos los partidos, sin excepción, se brinden para recuperar la unión perdida, considerada la unión en la acepción de “conformidad y concordia de los ánimos”, como un acto de voluntad, no forzado, impregnado de solidaridad.
La desunión no ha sido resultado de abrir cauces a la competición electoral, sino de la complacencia con la guerra sucia que es fuente de desunión. Nadie lo representa tan bien este ánimo de guerra de lodo como Carlos Ahumada, aunque no sea el único ejemplo, Antonio Sola, Germán Martínez, Vicente Fox, también son ejemplo. El caso es que el libro de Ahumada –Derecho de réplica- en el que describe su trato truculento con los políticos ha sido material noticioso más que de lectura. Leña para la hoguera de la crispación.
La desunión no ha sido resultado de la apertura comercial, sino de la codicia que se ha elevado al nivel de virtud cívica. Ese enaltecimiento que no tiene asideros para lo bueno, pues eso de querer valorar la vida de una nación bajo el canon empresarial nos ha llevado al desprecio de los derechos sociales, que mal se aviene con un sentido mañoso de la caridad que tienen los grandes empresarios y que se disuelve con la solicitud de reducción de los impuestos que tienen que pagar permutándolos por sus actos de caridad. Tenemos un libre comercio al cual le estorba el Estado de derecho, las denostadas regulaciones.
La desunión viene acompañada con el debilitamiento del laicismo, disminuido por el protagonismo de la jerarquía católica que entiende la libertad religiosa no como un bien de los ciudadanos, sino como un derecho exclusivo de la iglesia para intervenir en las decisiones del Estado. ¡Cómo procuran nuestros gobernantes, de cualquier partido, el visto bueno que les conceda la clerigalla de élite!
Para mala fortuna del actual gobierno, el reconocimiento de la recesión económica tira por los suelos las fantasías del barco de gran calado. La caída de la economía contribuye al ambiente la crispación. Y lo que es tener el santo de espaldas, la contingencia de la influenza ha representado un factor de unión entre los mexicanos, por torpeza o falta de oficio de Felipe Calderón se ha trasformado en crispación de las relaciones de México con China y con varios países latinoamericanos.
Total, nada de lo ofrecido en la campaña presidencial por el candidato ganador, según la dictaminación hecha por el Tribunal electoral, corresponde a la realidad actual. El destino le ha deparado a Calderón una presidencia amarga. En todo este listado, la desunión tiene su instrumento político institucional, se llama Partido Acción Nacional. Ojalá que en las campañas que hoy corren rumbo al 5 de julio, todos los partidos, sin excepción, se brinden para recuperar la unión perdida, considerada la unión en la acepción de “conformidad y concordia de los ánimos”, como un acto de voluntad, no forzado, impregnado de solidaridad.
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