En el deporte de desgarrarnos las vestiduras, a los mexicanos no hay quien nos iguale. Ha vuelto la discusión de la "partida secreta" de Carlos Salinas, erogaciones contingentes era su nombre técnico presupuestal; mañana alguien exhumará la polémica sobre los saca dólares a fines del gobierno de José López Portillo (1982); otro día alguien nos recordará la década perdida de Miguel De la Madrid; a la siguiente semana saldrá de nuevo a cartelera Ernesto Zedillo y el asunto del Fobaproa; y,para no ir más lejos, se pondrá en entredicho el ejercicio de Vicente Fox, su dilapidación de la renta petrolera, la devolución de impuestos a grandes consorcios. En fin, se trata de la disputa elitista por la nación.
El recuento de calamidades de los administradores de recursos públicos es largo, inagotable.
Lejos de lo escandaloso están las desgracias de la gente que no siempre es mencionada en el despliegue de los editoriales y las columnas. Desgracias no faltan.
La semana pasada, el miércoles 13, en varias ciudades de la república, aparecieron narcomantas dirigidas al presidente Calderón. El mensaje, en tono de amenaza, se resumía de la siguiente manera: no se metan con nuestras familias, la familia se respeta. Con esas mantas, el crimen organizado regresó a disputar la agenda mediática del país junto a la recesión económica, la epidemia de influenza y las campañas electorales.
El espantoso ajusticiamiento de un policía y su familia en una ranchería llamada La Piedra, en el municipio de Cunduacán en Tabasco, nos recordó, por si alguien lo había olvidado, que el crimen organizado es una economía y un poder que desafía todos los días el orden existente. Baldomero García Rodríguez, el policía victimado en su hamaca, fue tomado por sorpresa por un comando que arribó a su domicilio a plena luz del día, pasadas apenas las cuatro de la tarde. Con él fueron asesinados su esposa y sus dos hijos (menores), su cuñada y dos sobrinos (menores también) y una vecina. Ocho personas acribilladas en total el jueves 14 en ese lugar.
El viernes 15 de mayo se supo de la renuncia del secretario de seguridad pública del estado de Morelos, Luis Ángel Cabeza de Vaca , y del encargado de la seguridad en el municipio de Cuernavaca, Francisco Sánchez. Posteriormente quedaron arraigados ante la PGR por partde de su oficina encargada de combatir a la delincuencia organizada, la SIEDO.
Para el día 16, antes del amanecer, fueron excarcelados 53 delincuentes del penal Cieneguillas de Zacatecas, Zacatecas. Un comando de veinte hombres que se desplazabn en diez camionetas, simularon ser agentes federales y tomaron el control del penal. En cinco minutos evacuaron a los presuntos Zetas. Se presume complicidad de custodios y encargados del penal, quienes están hoy bajo arraigo.
La autoridad -no importando su extracción partidaria- quedó rebasada. La autoridad responsable declarón solemne y contrita que se iniciaba investigación judicial para dar con los culpables, pues ella no se amedrentaba, faltaba más.
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