Presidente fallido

Dura fue la confrontación para declarar Presidente Electo haya por el mes de octubre de 2006. A la lejanía de ese acontecimiento, y por lo que se ha visto en el desempeño de la administración calderonista, hasta qué punto la razón jurídica concedida pot rl tribunal electoral ha significado una equivocación histórica a la luz de los resultados. No se requiere leer La Jornada para plantear la interrogante. Otros diarios, como Reforma, en su plantilla de editorialistas reflejan su malestar con la verdad oficial. El nuevo programa anticrisis, presentado la semana pasada por Felipe Calderón, parece que colmó la paciencia. La contrariedad que le produce a Luis F. Aguilar la nula receptividad o sensibilidad que manifiestan públicamente desde Los Pinos ante la crítica, por dar un ejemplo.

También llama la atención la incapacidad de los colaboradores presidenciales para defender y explicar la propuesta anticrisis, como si la chamba sólo fuera del Presidente. Y para abundar en el asombro de la ineptitud, así como se ha insistido en la inversión de infraestructura, contrario a las buenas intenciones del gobierno, el secretario de comunicaciones y transportes anuncia la suspensión del proyecto Punta Colonet. En el extremo de la incomunicación y de la incompetencia.

Así, no es raro que pronto las propuestas queden en un segundo plano, pues no bien se hacen y a la semana siguiente se devalúa el peso. De manera casi sincrónica, una oficina de la Organización de las Naciones Unidas estima para México un crecimiento negativo de 1.2 % . Por su parte, el gobierno insiste en vender su optimismo al cual las élites que lo apoyaron ya no están dispuestas a comprarle, a excepción de la jerarquía católica.

Las malas noticias no vienen solas, El Universal ha denunciado irregularidades en el manejo de algunos programas gubernamentales y no pasa nada, desde el gobierno se minimiza la información y se invocan los vanos oficios de la función pública.

Son de suma curiosidad histórica las revelaciones de corrupción en la secretaría de la reforma agraria. Una institución detestada por los empresarios y el mismo Partido Acción Nacional, a la cual las reformas al artículo 27 constitucional daban por desahuciada puesto que su principal función, el reparto agrario, había fenecido. Y cual es la sorpresa que esa institución desprestigiada para la derecha hoy goza de cabal salud. De dónde viene el actual regusto del PAN por esa secretaría. Dos son las causas presumibles: tener disponibles plazas de alto funcionario para los panistas y tener recursos presupuestales a disposición para los procesos electorales. Ése es el PAN gobierno. Si fueran mínimamente consecuentes esa secretaría ya no debería de existir, sus programas de subsidio bien podrían estar en sedesol o en la secretaría de economía.

Tan no le han salido bien las cosas al Presidente, que como último recurso se entrega sin reservas a los brazos de la jerarquía eclesiástica y del jefe de la iglesia católica. Su presencia y sus declaraciones ante el sexto encuentro de la familia son demostración de que se le agotan los recursos institucionales. Acaso se trata de desesperación del Titular del Ejecutivo o ganas de distraer al respetable.

Así están las cosas, y antes de que se haga la declaratoria del Estado fallido, bien se puede adelantar la del Presidente fallido.