domingo, 15 de junio de 2008

Iniciar de nuevo


En cuestión de días, antes de partir hacia España, Felipe Calderón dejó la impresión de un golpe de timón. Una insinuación nada más, pues lo dicho y decidido no ha tocado fondo.

Empezando por la reunión de directivos de la administración pública federal (06-06-08). Directivos y no funcionarios, como sí se tratara de una empresa privada y no de servidores públicos. Más de una hora de discurso y cinco horas de mesas de trabajo, donde los funcionarios se pusieron a procesar las indicaciones presidenciales, que son las mismas del principio de la administración y al parecer no se han atendido como Calderón quisiera. Como alumnos de primaria, los funcionarios se quedaron a resolver la tarea.

“Los he convocado aquí a Palacio Nacional con objeto que tengamos una sesión de trabajo, que estoy seguro será muy enriquecedora, y que tiene como tarea principal el poder compartir las metas, los objetivos, las estrategias, los programas prioritarios, las razones del Gobierno Federal para que podamos verdaderamente sumar esfuerzos en favor de los ciudadanos.” Al cumplirse el primer cuarto del sexenio, el Presidente se ve comprometido a recordarles la tarea a sus colaboradores de primer nivel. Tarea que seguramente no hizo bien Francisco Ramírez Acuña y por eso salió de gobernación a principios de año.

“Este ejercicio, amigas y amigos, se trata de un esfuerzo de unificar el esfuerzo de la Administración Pública Federal, un esfuerzo para comprender que no somos una veintena de entidades separadas o cincuentena de entidades separadas, que no somos una pléyade de servidores públicos donde cada quien trabaja por su lado y para sus intereses” El síndrome Montessori de una gestión pública repartida entre calderonistas, zedillistas, foxistas y demás grupos que han encontrado en el servicio público el medio para realizar sus apetitos privados. Por algo Felipe Calderón afirmó:

“La transparencia es fundamental para cerrarle espacios a la impunidad.” “Cero tolerancia a la corrupción y cero tolerancia al influyentismo; cero tolerancia a las compras amañadas de Gobierno en cualquier dependencia, desde lápices hasta plataformas; cero tolerancia a decisiones tomadas por influyentismo.” “Cuando alguien hable, se ostente o se presente como amigo, pariente, protegido, o lo que sea, de alguno de los secretarios o del Presidente de la República, ustedes están obligados a no tomar una decisión distinta de la que tomarían en el caso de cualquier ciudadano o de cualquier peticionario.” Si lo dijo es porque algo sabe. El problema es por qué no actúa Calderón al respecto y decide pescar peces gordos. Con declaraciones como éstas y sin acciones correspondientes, sorpresivas, es casi como avisarles a los corruptos de que no les va a pasar nada.

Y el cierre: “A eso estamos llamados, queridas y queridos colaboradores, a transformar a nuestro país. Este llamado, esta convocatoria, esta reunión el día de hoy a un cuarto de tiempo de transcurrido el Gobierno Federal de esta Administración, es un llamado a ello, a transformar a México del México que es al México que queremos.” Un llamado hueco si no incluye al resto de las fuerzas políticas y a la ciudadanía. Desde los escritorios de la burocracia, amenazada por la partidización blanquiazul, grosera y prepotente, el mensaje presidencial se dirige a un destinatario indiferente, consumido en el contrasentido que articulan las palabras y los hechos.

Y como demostración de la mano firme se hizo la hombrada de destituir a Santiago Creel de la coordinación de la bancada del PAN en el senado. Como si de la actuación de Creel dependiera el resultado electoral del 2009 y la consecución de la reforma de PEMEX. No se ve la conexión efectiva entre destitución y propósitos. El problema del gobierno de Calderón es carecer de un operador eficaz. Y ante la carencia de operadores se opta por el cobijo de la madre patria porque en la propia tierra se es incomprendido. Se ha llegado al primer cuarto de la gestión, las dudas no se despejan, las certidumbres no llegan, salvo para quienes arreglen un buen negocio y se alisten para la piñata petrolera.

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